LOS MUERTOS PERMANECEN JÓVENES
Las muestras de Sergio Zevallos y el grupo Chaclacayo en el Centro Cultural de España y el Museo de Arte de Lima
Por Miguel Blásica
“…pero
esa sensación de estar en el mundo sin pedirlo
esa
es la explicación de nuestra cultura tanática…”(Apuntes iniciales desde mi diario de intestinos):
“…En una de las fotos se ve la
proyección en una pared de dos mujeres una de edad madura y la otra algo más
joven, posan juntas, las dos llevan sombreros y visten a la usanza de los años
30 o 50 del siglo pasado. La más joven sostiene en su brazo un ramo de flores
blancas y una cartera oscura, sonríen contentas, salimos de la proyección en la
pared, la imagen esta aparentemente resguardada a los costados por dos cuerpos
desnudos de hombres jóvenes con bolsas negras de plástico que cubren sus
cabezas, parecen mantener posición de firmes por la rigidez de sus brazos y
piernas, es una foto en blanco y negro. Aquella imagen en la pared es uno de
los referentes externos más enigmáticos
de los elementos que componen las fotografías, el énfasis de aparente cordura,
un cierto aire de tradición y afabilidad está cercada, vigilada por el hieratismo
de lo sombrío y lo fúnebre. La reiteración de lo mortuorio presente también en
las fotos de la playa, en los cuerpos semienterrados, en la procesión de un
altar de basura todo esto pareciera encerrar el velatorio constante de lo no
nacido (otro referente son las muñecas que aluden a fetos). El uso de las estampas
religiosas, la propaganda porno pegadas en la pared de lo que parece un ruinoso
cuarto de baño en la secuencia de fotos de la serie Rosa Cordis. Los elementos
que se re simbolizan comprenden el cerrado universo compositivo del trabajo del
grupo Chaclacayo, pero en esa imagen de las dos mujeres puedo atisbar la viñeta
de un pasado, allí no hay sátira ni sarcasmo y menos nostalgia sino el funeral
seco y enhiesto de lo que yace destruido, aniquilado, penetrado..”
22 de noviembre de 2013.
Este ensayo es una visión personal sobre la muestra “Un cuerpo ambulante – Sergio Zevallos en el Grupo Chaclacayo (1982 – 1994)” presentadas actualmente en el Centro Cultural de España y en el Museo de Arte de Lima. Analiza también las críticas a las que hemos podido tener acceso además del texto elaborado por Miguel A. López, curador de la muestra para las dos exposiciones. En el camino de expresar otras opiniones es importante reconocer no sólo el testimonio descriptivo de las imágenes y su reiterada apelación a lo escandalizable de las mismas, sino también la exposición del sustrato homosexual como referente connotativo de su propuesta en conjunto[1] la misma que no siendo lo principal ni lo de fondo de su proyecto, resulta evidente su conducción mediante discursos que establecen coordenadas de interpretación manifestadas a partir de determinadas críticas enraizadas en la emergencia de desestabilización a partir de soportes simbólicos que son incluidos en derroteros de movilización y articulación claramente política[2]. Sobre este punto volveremos en las conclusiones.
Consideramos necesario puedan presentarse otras voces, no
sólo para emitir una visión particular sobre el proyecto de este colectivo,
sino para confrontar más allá la importancia referencial de las notas,
entrevistas y críticas y que esto sirva para el análisis y debate necesarios en
un medio que tiende al no cuestionamiento, a la cacería de brujas, a la
estigmatización cuando no al desprecio absoluto y al silencio; Los trabajos de
Chaclacayo han devenido quiérase o no en cierta mitificación y aureola que se
ha ido articulando por determinadas elites en sus manifestaciones y han servido
como base justificadora del efecto escándalo, muestra de ello son las
furibundas notas de repulsión como las de Luis Lama a raíz de la primera y
única exposición que realizó en el Perú mientras estuvo en actividad el
colectivo en 1984 en el MALI con el auspicio del Goethe Institut[3], así como la valiosísima
entrevista que realizó el crítico y curador Emilio Tarazona a Helmut Psotta el
año 2009 en Alemania, lo que permitió acercarnos a la declaración más concreta
de principios del artista que canalizó este proyecto. Aquello nos ha permitido
ver un aspecto nuclear de su trabajo, creemos que con seguridad existe un
trasfondo que los artículos mencionados no nos permiten vislumbrar ¿Cuál ha
sido el peso objetivo del trabajo del grupo Chaclacayo? ¿Se lo puede comprender
bajo que rasero artístico o escapa a esta delimitación? ¿Estamos ante un
ejemplo de una estética cuyo nihilismo utiliza armas de transgresión y todo
vale en la remisión a ese cometido? ¿Habrá en este sentido, una forma de
enfocar su propuesta? ¿Ha sido Chaclacayo solo un chispazo que buscaba
intencionalmente el escándalo, la perturbación sin proponerse una mayor
trascendencia? ¿Cuál es el derrotero de sus miembros hoy, y si en su labor
actual recogen de alguna manera algún tipo de consecuencia de los trabajado
entre 1982 y 1994? Si de algo estamos seguros es que este escrito no agotará
respuestas, nos queda pues la evidencia de haber planteado estas preguntas.
DE(CON)STRUIR PARA NO VOLVER A CONSTRUIR – Arqueología de la movida
subte limeña
En los bordes de lo permisible
radica la intensidad pero estos bordes exigen sus respuestas[4] En las fronteras, la
ilusión es despojada de sentidos pero estos adquieren otros contornos, el
testimonio de la carne le da cabida al espanto y crea un acercamiento al
horror. Cada testimonio de Chaclacayo es como parte de un cuerpo descuartizado
cuyo trozo desmembrado, a la usanza de los restos en las ejecuciones públicas solían llevarse a pueblos distantes para ser
exhibidos, siendo la cabeza y con mayor precisión, los ojos los símbolos de
mayor connotación. En particular sus performances son el eslabón que exhibe el
trazo construido a partir del contacto físico, tiempo y el sentido de los
elementos presentes también en sus pinturas y fotografías. Porque, parafraseando el título de la
entrevista realizada a Helmut Psotta habría que “soñar sin dormir…” y el sueño de
Chaclacayo es visto por dentro en sus performances.
No resulta fácil volver a las evidencias
y rasgos de una generación explosiva como la que surgió en Lima aquella década
del 80 y principios de los 90 con los ojos del presente, porque lo que fue
presagio, evidencia, desencanto, poética de la anomia y la descomposición,
gestos que la migración, la guerra soterrada y la terrible crisis económica
alimentaban, hoy 30 años después se lo incorpora traducible en discursos que
intentan explicar lo que fue antes un estallido, resultando así comprensible,
asimilable y consumible en la esquizofrenia de la norma cotidiana para nuevas
generaciones que ansían un pasado que mitificar. En esta suerte de tranza de
estos referentes, es imprescindible que el “consumidor” de lo historietizable carezca en absoluto de
alguna base en la cual vivenciar esta matriz de la memoria en la ausencia de un
debate abierto que involucre ampliamente a sectores radicalmente opuestos en
pensamientos e ideologías. En esta suerte de entropía con la cual nos miramos
el ombligo, lo historietizable busca
tener su ubicación precisa en redes de espacios que se articulen necesariamente
también en lo político y los atisbos míticos afloren en una especie de consigna
todo tiempo pasado fue “mejor” sobre todo
si fue en los ochenta.
Toda espontaneidad de un
movimiento surgido del hervidero social resulta así narrada, digerida y
archivada. La arqueología de los movimientos de protesta y contestatarios
desentierra sus fósiles y encuentra que aun hay más que extraer. En ese
contexto, en el alba de la necropsia reivindicativa de una generación en la era
del coche bomba, la obra de Chaclacayo es también un objeto de un período
determinado a desentrañar, y ya dijimos que el altar donde se construye el mito
se establece en los testimonios vomitivos que provocaron en su momento sendas
diatribas contra su propuesta. Resultan estas evidencias, testimonios de su
valor transgresivo más allá del soporte de sus artefactos plásticos y
fotográficos porque la nomenclatura
subterránea del espanto y lo siniestro escritas por determinadas elites
culturales resultan espejos donde miramos los trabajos de artistas como el
grupo Chaclacayo para no tener que hacerlo directamente y hallarles otros sentidos
y en ese mecanismo distorsionado se juegan vestigios que hay que exponer en
determinados segmentos del mercado de la Memoria.
El tiempo ha transcurrido, el
horror y el miedo simbolizados por Chaclacayo están ahora a nuestro costado y
nos lo muestran a cada instante todo medio de información en sus truculencias y
sus desquiciamientos cotidianos con la hipocresía y el desparpajo a flor de piel.
Tal han sido los hechos y la mutación en el tiempo de la violencia de Sendero
Luminoso y el MRTA así como hicieron su parte la pedagogía de la salita del SIN
con Vladimiro Montesinos y sus montañas de dinero sucio dejando su marca
indeleble. Estas imágenes se han diluido en la cotidianidad del cinismo y la
hiper manipulación, así como en la inseguridad urbana por la creciente
delincuencia, el sicariato de adolescentes y el paulatino derrumbamiento
espiritual. En pocas palabras y volviendo a Chaclacayo, es en ese marco donde
en el presente podemos encuadrar su propuesta, pero su propuesta ya no asusta
sino a quienes no creen que la muerte y la anomia social se hayan instalado en
la sociedad y con ella sus potenciales semillas en la muerte del alma que precede
al cuerpo.
Helmut Psotta, artista alemán
hijo de una mujer judía y padre nazi que llegó al Perú a inicios de la década
de los ochenta como profesor invitado por la PUCP, tenía bien en claro su
proyecto: la decadencia y muerte de Europa[5], en ello el Perú era sólo una circunstancia, un
apéndice donde se mantenía un siniestro cordón umbilical, la mueca y la parodia
de un país en el que era posible espectar como la descomposición cultural del
viejo continente había expandido su decadencia en las colonias.
Queda claro que el contexto
mencionado del Perú de los últimos 30 años es el espacio específico del período
creativo de Chaclacayo, mientras Helmut Psotta encarna las dos guerras, el
horror nazi, el desgarramiento de Alemania en la repartija soviética y estadounidense,
la guerra fría, su permanencia en Chile antes del golpe de Pinochet y el posterior
derrumbe del Muro de Berlín. En la hibridez de circunstancias personales
enmarcadas por los contextos mencionados no existe un tiempo en correlato,
porque tal vez, como lo dice Umberto Eco: Una noción confusa del tiempo es la
cínica noción de credibilidad del relato[6], los avatares de hace un siglo en Alemania
ensanchan sus propias raíces pero nosotros sabemos bien nuestro libreto en los
hechos relativamente recientes de nuestro país, la historia de la destrucción
del ser por occidente empezó siglos atrás.[7] Guerras, muerte y
destrucción en la permanencia impositiva del poder. La violencia es la
constante.
En el panorama nacional lo más probable es que
como sociedad el Perú no haya llegado a 1980 con una expectativa rimbombante y
feliz hacia una democracia que nos abría las puertas al paraíso como se nos
quiso hacer creer cuando salíamos de la dictadura militar, ni que el terror y
la destrucción llegaran como sombras inesperadas. ¿Hubiésemos llegado a ella de
no haberse dado el denominado conflicto armado interno? Es muy probable que
como consecuencia de un devenir
histórico anárquico permanentemente, irreversible con sus cíclicos estallidos
de violencia insurreccional, con grados de sujeción profundamente marcados en
la psiquis colectiva, y donde lo educativo conformado por el maridaje militar y
religioso haya resultado y continúe siendo el dispositivo imprescindible para corporalizar esa violencia, esa misma
educación que ha tornado el caudal sexual en rito de la muerte, en oprobio y
suciedad, en pecado y culpa lacerante; labor minuciosa de las instituciones
tutelares del pensamiento, es muy probable que propuestas como las de
Chaclacayo hayan estado signadas de aparecer como natural consecuencia.
EL ECRAN IMAGINARIO – Las fotografías
Para Chaclacayo, la locación
vetusta y semi derruida son el ambiente ideal donde los cuerpos escuálidos
asumen posiciones lánguidas con cierta connotación romántica y teatral en los
maquillajes, cuerpos cubiertos de desperdicios y velas corroídas que simulan
grotescos funerales y se recrean unos cucuruchos incrustándose en anos, un
informe monigote retorcido cual carne embutida hecho de medias nylon con
zapatos de policía cohabita con un espeluznante esqueleto con velo negro
presente en todo momento.
Sin llegar a ser decididamente
escatológicas las composiciones, existe una intencionalidad que expone laxitud
y su sexualidad como ritual al detritus en la ruindad de los espacios.
Paradigma de lo mencionado es aquella foto del cuerpo con los genitales
fláccidos ante la mirada pertinaz de un esqueleto con manto negro.
Algunas fotos como aquella del
cuerpo de Zevallos vendado y colgando apenas de puntillas sobre unos ladrillos
fue uno de los pocos misteriosos testimonios allá por el año 1990 o 1991, que
llegó a nuestras manos, así supimos por esta época de la existencia de éste
colectivo que vivía y trabajaba ya en Alemania por esa época. Eran legibles las
influencias de corrientes como el expresionismo incidiendo en la idea
devastadora de la anulación y de la destrucción de todo sentido reconstructivo.
En las fotografías del grupo
Chaclacayo uno puede palpar la puesta en escena, un testimonio vívido y sin
ambages. Los cuerpos andróginos sobre tálamos, la obscenidad y la inanición, la
corrosión purulenta y la muerte poderosa cuya calavera tiene la mandíbula
descoyuntada. Todo nos remite hacia ese sector alucinado donde reposa la
pesadilla potenciada por la teatralidad misma de la escenificación, su oscura partitura
satírica y burlesque.
El referente principal que se respira de estos
trabajos es la imposibilidad del ser, su anulación por algo maligno y
todopoderoso que se instala y conduce la idea. La perversión de lo sexual lejos de ser referencial al júbilo y al
éxtasis de vida se lo emparenta malsanamente hacia la destrucción y la
imposibilidad del goce[9]. La sumisión es un tópico
frecuente, los cuerpos se han rendido, han claudicado y se entregan, algo que,
a su manera, también se verá en los bocetos. Es permanente la incidencia en
figuras indeterminadas perturbadoramente insinuantes en las cuales se enfatiza alusiones al sadomasoquismo y a
la sodomización como reiterada insinuación a otra naturaleza.
Bien, pero ¿cuál es la causa de
esta visión contranatura? ¿podemos comprenderlo como manifestaciones de ruptura
de los invisibles grilletes de la represión? Considero que Chaclacayo tiene
claro su objetivo[10] la hecatombe del alma, el
irreversible proceso de carcoma moral, no por el hecho simplista de
comprenderlo sólo como una manifestación alternativa a patrones impositivos
hetero hegemónicos que detentan el sentido de los comportamientos, sino que
aquellas formas de provocación sexualmente explícitas, connotan un trasfondo
que debe leerse como tejido y complemento a otros lenguajes que articula el colectivo.
Forma esto parte del cometido pre establecido por Helmut Psotta, sus
testimonios lo dicen claramente, el entronque con el Perú “un país casi
inexistente” cuasi embrutecido por un colonialismo del cual les es difícil,
casi imposible zafarse.
Hago aquí un paralelo entre el
trabajo fotográfico y los bocetos de Chaclacayo para poder considerar que lo
explícito y lo implícito en su abordaje sexual es consecuencia de un
desencadenamiento de ataduras que si bien puede llegar a creerse manifestación
de libertad, no es tal sino la asunción intencional de una respuesta al
sometimiento y la castración personificada en los cuerpos de Sergio Zevallos y
Raúl Avellaneda como parte exploratoria de sus procesos artísticos[11] Es por esta senda donde
comprendo el abordaje a la imagen de Santa Rosa presuntamente realizada por
Angelino Medoro, no existe lo sagrado sin lo profano ello se complementa y el
sentido de religiosidad dirigido hacia lo místico que no desaparece entre lo aparentemente
señalado como bien y el mal. Lo sexual es pieza clave y la carga de la
profanación de la imagen de la santa es fruto del desborde proporcionalmente directo al tabú y a lo
prohibido. Lo demás pertinente al tema es pasto del escándalo.
Porque en la suerte de
inexistencia de Perú como país que afirma Psotta, lo concreto de nuestra
mentalidad como sociedad es simple y llanamente consecuencia de la podredumbre
de valores incorporados de Europa con la dominación española que bendijo con la
cruz mientras masacró a poblaciones enteras. Es allí a donde dirige su mirada,
a través de la evidencia de nuestra permanente miseria como alma de conjunto,
como nación, señalando así nuestra invisibilidad e inexistencia. Psotta
establece un juicio valorativo a partir de determinados segmentos sociales de
Lima, pero ello no abona a favor de eliminar los rasgos coloniales de
pensamiento del Perú y su imposibilidad de liberarse de la angustia del
control.
En estos trabajos es donde se
muestra el radiante poderío de la
abyección sexual. Los bordes de cuerpos amorfos que parecieran esconder sus
intenciones, el sexo como fiero acto helado y lacerador. En las hendiduras
desgarradas de los trazos, las fronteras de los cuerpos que se suponen y
superponen, las rompeduras anales obsesivas, enhiestas en determinaciones
perversas, succionadoras. En la plástica de Chaclacayo la sugerencia erótica
pierde inocencia, nada más absolutamente lejano que la inocencia y su pérdida
ha sido brutal.
Una fuerza poderosa e incontenible en los
rictus de los cuerpos transparentes o delineados y en los falos implacables que
atraviesan, parten, destruyen esos cuerpos, desbaratándolos en una pulsión
obsesiva reiterada en cada cuadro, vitalidad salvaje y paroxística. No hay
cortapisas de las cuales sujetarse. El carácter depredador de la entremezcla
obscena de las extremidades y genitales (o de trozos de ellos) indican la
brutalidad del gesto sugerido. No hay muerte que sea calmada, es la
determinación y dirección absoluta del mal en el vértigo del rompimiento y
estallido de la carne que se la perfora y se la rompe con penes
sobredimensionados, como púas insaciables, como bayonetas. Hay ciertos rictus
que asemejan posiciones sexuales, los cuerpos se tuercen, restriegan,
habiéndose buscado previamente. Es la vida que se aniquila a sí misma.
La imagen humanoide se inclina y
hunde la cabeza en tierra, aquella imagen está presente también en la serie
fotográfica Rosa Cordis. Viene a nuestra memoria un comentario al libro Naked Lunch del novelista beatnik estadounidense
William Burroughs, otro universo hermético y asfixiante: “No hay cabida para la
esperanza” y es que no hay otra visión en esos textos que no sea corrosivamente
desesperanzador, lo mismo puede decirse de estos trabajos de Chaclacayo. Ninguno de estos cuerpos humanoides tiene
cabeza, no poseen rostros, en todo caso un bulbo informe lo reemplaza. ¿Somos
también esos cuerpos? En esa condición de encuentros de uno para destruir al
otro en despiadada sodomización subyace una clave siniestra: la posibilidad de
que el contacto humano sea asimilable simbólicamente a esta frialdad exterior y
que el núcleo generador de esta violencia se halle ya inoculado en la vida en las urbes. Se trata
entonces de haber perdido ya la forma humana.
Quizas esta fuerza que se vuelve
contra el sentido de si misma la hallemos en la obra de Sade, en las pinturas
de Bacon, en las fotografías de David
Nebreda quien hace de su propio cuerpo esquelético inanimado el
territorio – testimonio lacerante de su infierno personal o en las fotografías efectistas
de Andrés Serrano. ¿Dónde queda el límite entre la intencionalidad de la
transgresión como acto premeditado o como testimonio instintivo, primordial?
EL HUNDIMIENTO DEL HÉROE - LA PERFORMANCE
Intentaremos una lectura personal
de la performance en secuencias editadas del vídeo difundido en la sala del
MALI donde se realiza la muestra de Chaclacayo, es valioso destacar que su
lectura permite un acercamiento en relación con los otros lenguajes trabajados
por el colectivo, asimismo reconocer el grado de profundización del trabajo
coordinado por Psotta comprobando los referentes psicológico culturales que,
como proyecto previo, lo trajo al encuentro con Zevallos y Avellaneda.
Es en la performance donde se
traza una suerte de mythos a partir de los trazos de simbolización entre
teatral y performance en la conducción de los objetos y en el contacto físico
entre Zevallos, Psotta y Avellaneda que resulta de vital importancia observar,
su elaboración como carácter estético no es en absoluto importante vista como
estructura. Los encuentros suceden en el todo como significante y en el
tránsito de su aparente insignificancia en las actitudes cotidianas que hacen parsimoniosos
los actos y los espacios de tiempo entre ellos, porque podría o no podría ser
lo que va sucediendo, la provocación por el sonido y la reacción a esa especie
de sometimiento táctil psicológico con el que se relaciona Psotta con los otros
dos artistas[12];
el tacto es la vía fundamental que articula secuencias rituales, ello nos
permite atisbar trazos de sombras arquetípicas que apenas manifiestan los
contornos de sus significados, la mortificación por el sonido a Zevallos
vestido de mujer retorciéndose en una mesa (la música casi permanente durante
las acciones mezcla sinfonías indeterminadas
con improptus de marchas militares) nos acerca a la tortura. Lamentamos
no saber la traducción de la lectura en alemán de Psotta en determinado momento
de las acciones. Estos textos parecen cerrar el ciclo de acto sexual – tortura
con la estéril secuencia del parto en la tina blanca ensangrentada. Fetos-muñecas,
corona de santa Rosa, muñecos de peluche etc., lentes de natación, retratos
ampliados son algunos de los elementos presentes.
Es posible ingresar a la dinámica
densa del tiempo y los sucesos dirigidos a destinos por referentes enigmáticos:
el parto, el nonato en las figuras de las muñecas que asimismo nos vuelve a
presentar la vida – muerte sin esperanza, el andrógino cuya figura alquímica es
aun más arcana que la del travestido y el cuerpo sacrificial, las copas de
contenidos líquidos blanco y negro derramados con tensión emotiva sobre su
cuerpo.
Se tendría que escudriñar en los actos que
nuclean su mayor acercamiento a ritos y en su enlazamiento de secuencias para
ver a los referentes más cercanos al consciente (es inevitable la lectura
psicoanalítica) en la madre, el nacimiento - muerte, las máscaras, globos de
colores blanco y negro, el cuerpo crístico o angélico con las copas, y al
final como esa muerte del sacrificado
niega su resurrección en la copa que derrama el líquido negro sobre el cuerpo
como punto final de las acciones, muerte oscura e irreversible.
He aquí también otra forma de
leer la muerte de la esperanza en Chaclacayo que a su vez lo es del
inconsciente colectivo que representan.
Hay algo muy particular que puedo
entresacar de este documento audiovisual y es que reafirma la noción de corpus hermeticum en su propuesta
integral al no haber espectadores, quizás porque esta performance era una
especie de testimonio íntimo solo para ser registrado, pero lo cierto es que
del fondo psíquico, precisamente de ese espacio psíquico oscuro emana una
atracción fascinante que amenaza hacerse tanto más dominadora cuanto más
profundamente se penetra, he allí el peligro del cual se refería Psotta. Son
manifestaciones y estas dan los pasos hacia una revelación.
Definitivamente hay un más allá del horror y ello subyace al tratar de penetrar en las raíces del conflicto presente decididamente en la obra del colectivo. Es casi imposible observar las implicancias del contexto de tiempo y espacio en el que realizó su trabajo Chaclacayo fuera de los extramuros de una corriente subterránea marginal y contracultural peruana de los ochenta y separarlo del enfrentamiento con el status quo y en particular el Estado, Sendero Luminoso el MRTA y la violencia social y política de aquella época[13]. Su trabajo se constituyó en una posición frente al tabú y la libertad entremezclada con claras referencias personales[14] que se ubican en los nexos inconscientes de Zevallos y Avellaneda donde la confrontación, la huella y la herida subyacen como producto educativo y asimismo ello es legible en su procedencia social.
Busco establecer un nexo entre
las fotografías y los bocetos expuestos; en los primeros prevalece la
sugerencia perturbadora de la muerte sin retorno como realidad. Una foto parece
explicarlo: un cuerpo semi enterrado, entre la carne fresca y los primeros
indicios de la putrefacción palpándose los genitales. En esta suerte de
carnaval negro, la teatralidad, la máscara y lo inerte sugieren la evanescente
dualidad del velo sobre el rostro. Los cadáveres permanecen jóvenes, las estampas religiosas, las cruces,
el negro ritual como elementos van más allá de las alegorías y evidencian un
estado del ser, la epifanía de algo espeluznante que perturba, una sensación
que intuíamos irrepresentable y que toma forma ante nuestra mirada.
En los segundos lo agónico no se presenta como
celebración vital, aunque la vigorosidad se exprese como acto puro y salvaje en
energía que brota y se devora asimisma. No perdamos la línea con el correlato
simbólico trasladado a lo social en su propuesta, todo es parte de un ritual
negro que no alude más que a la destrucción misma, al ocaso por la destrucción
que provoca el sexo como arma o herramienta de la hecatombe psíquica.
Ver y conducir de esta manera la
propuesta del grupo Chaclacayo en la persona de Sergio Zevallos, es inevitablemente
particularizar su trabajo no sólo desde su aspecto de explícitos referentes
homosexuales, proponemos efectuar un ejercicio crítico alternativo a lecturas
que se manifiestan en defensa de
banderas que requieren y necesitan
apoderarse de interpretaciones que luego hegemonicen un determinado sesgo de pensamiento[15] desde el momento en que
sólo se cuenta con estas y no con otros puntos de vista que exploren, ahonden y
cuestionen el proceso de trabajo de este colectivo. Se trata de generar
otras respuestas que también se
enfrenten al chauvinismo y a posiciones verticalistas y extremas provenientes
de sectores conservadores ultra religiosos enardecidos por la blasfemia y con
el látigo en mano no sólo aplican censura y castidad sino que muestran los rastrojos
miserables que la educación y el nivel cultural que nuestra sociedad evidencia
cotidianamente.
A esta suerte de carácter
escandalizable abonan críticas como la ligera y cucufata columna escrita por
Luis Lama en la revista Caretas de diciembre de 1984 con respecto a la única
muestra que realizó el colectivo en el Instituto Goethe, logró caer en el juego
del escándalo y la susceptibilidad. Conservadorismo y estrechez de miras son síntomas
de una elite cultural con gran acceso a medios y que abonó el terreno para una seudo mitificación
de Chaclacayo. Lama no veía el trabajo del grupo desde un pilar moral real sino
desde la beatería de un intelectual sumiso, atemorizado.
Nuestro interés por este escrito partía
de una hipótesis: No fue el llamado conflicto armado interno ni la crisis del
Perú en su conjunto lo que generó o provocaron las características del trabajo
de Chaclacayo; el gran motor ha sido la formación educativa configurada por lo
religioso y lo militar en las epístomes del pensamiento, los rasgos, efectos y
secuelas en la psiquis de Zevallos y Avellaneda. Consideramos que aun si no
hubiesen acontecido los detalles de los sucesos particulares, la fuerza
expresiva del arte se habría manifestado. El plan pre determinado por Helmut
Psotta buscaba esa detonación.
Reafirmo la opinión de que Chaclacayo es más
que la sensibilidad perturbadora ante el horror, la decadencia y la muerte como
una estética provocadoramente homosexual que definitivamente lo es. Chaclacayo
esconde claves donde en las performances vistas se puede articular una
simbología de aspectos ocultos y primigenios como son el alumbramiento, la
alusión incestuosa, la madre, el andrógino y el cuerpo sacrificial.
La obra de Chaclacayo es una gran
alegoría con la que podemos simbolizar la violencia, la No vida, el aislamiento
social del individuo y sus signos de pulsión dirigidos a la destrucción vital del
cuerpo, desde allí brota el desvalor y
la desesperanza absoluta. La obscenidad que se les ha achacado radica en
la decadencia de sus elementos empujados subversivamente a fronteras donde aun lo
prohibido puede ser definido, lo mismo que las fotografías de David Nebreda,
como la dimensión honorable de la pornografía[16]
Lima, enero de 2014
[1]
“… Lejos de ser una afirmación ortodoxa de una sensibilidad homosexual, su
trabajo fue un experimento en la producción de subjetividades anormales y
desviados que se deshicieron del género y de las identidades sociales,
utilizando un vocabulario sadomasoquista y el ritual para conjurar los efectos
opresivos de la ideología, la religión y el legado del colonialismo…” “… El placer social que la
sentencia de muerte del homosexual produce, el anhelo de la desaparición de
género no conformes y los cuerpos discapacitados, surgió en las actuaciones del
grupo, como una manera de torcer las hipótesis dominantes sobre los orígenes de
la violencia política en el Perú.
Contrariamente a las hipótesis actuales, el Grupo Chaclacayo localiza uno de
los orígenes de esta violencia política en las ideas de la heteronormatividad
sin discapacidad, que son esenciales para el mantenimiento de las fronteras
saludables de la nación y para la guerra aceptada contra cualquier tema
desobedecer los regímenes hegemónicos de la "normal..."
Queer Cadáveres: Grupo
Chaclacayo y la imagen de la muerte - Miguel A. López
[2] Resulta
imprescindible tener en cuenta el planteamiento de la performatividad de género
y política democrática radical en el paradigma de la deconstrucción
antiesencialista de la filósofa norteamericana postfeminista y post estructuralista Judith Butler:
“…En este orden de ideas, es preciso resaltar
que la democracia radical exige necesariamente la politización (acción política)
y movilización del sector LGTBIQ (politización de la abyección que incluye a
Lesbianas, Gays, Transgénero, Bisexuales, Intersexuales y Queer) que lo
posicione como un actor político central en la construcción de tal sistema
democrático radical y permita en un futuro no muy lejano, la construcción de
una nueva noción de ciudadanía que permita eventualmente celebrar las
diferencias y la diversidad como un aporte esencial a la riqueza humana…”
Judith
Butler: performatividad de género y política democrática radical - Carlos Andrés Duque Acosta -
Universidad Javeriana de Cali,
2010.
[3] El crítico de arte Luis Lama
manifestó “…Lamentablemente cuando la herencia alemana penetra en terrenos
psicopatológicos, se tiene un espectáculo sado masoquista como el que el
Instituto Goethe auspicia en el Museo de Arte…” “…Parafernalia de la
blasfemia….Sublimación de la aberración…”.”…El trasnochado profesor
posiblemente quiso también convertir al cuerpo en el centro de sus experiencias
sin comprender que el tiempo ha demostrado que estos carecían de cualquier
dimensión ideológica o estética y si bien pretende argumentarse que ellos
tampoco pretenden tener esa dimensión estética ¿qué hacen en el Museo de Arte?...”
Pobre Goethe – (Luis Lama, Sobre arte
– Revista Caretas, 3 de diciembre de 1984)
Otra opinión
rescatable que rechaza al colectivo es la siguiente: “...Hay un agudo
comentario psicosocial posible en estas acciones, pero en su escenografía y en
la intencionalidad de su documentación toda incisividad (sic) termina decorada
por el exhibicionismo, toda denuncia por el ansia narcisista del escándalo…”
Grupo Chaclacayo – los cuerpos del
delito (la República – domingo 9 de diciembre de 1984, Sebastián Gris)
[4] “…Es así como mi pregunta por el Límite adquiere
sentido, ¿existe realmente un límite definido en la concepción actual de los
sujetos?, ¿se puede llamar límite a una línea o borde tangible que evoca un fin
o que si se cruza aparece la noción de lo que “deja de ser”? es decir, dentro
de las categorías del lenguaje recurrimos a la expresión límite, en este caso
del espacio propio, como sinónimo del material humano CUERPO…)
David Nebreda y la fluctuación de su construcción –
mayo 24, 2013 - Franco López,
Lorena https://www.academia.edu/4280079/David_Nebreda
[5] En ello se emparenta con artistas
específicos como el dramaturgo alemán Heiner Müller.
[6] Apocalípticos
e integrados - Umberto Eco, Tusquets editores. 1965
[7] “…El drama más terrible no es el
pillaje del tener: es el saqueo del ser. La expulsión del
espacio perpetrado por la conquista es colosal. Cuando Colón la descubre hay en
América 60 millones de hombres. Cincuenta años después la población se ha
reducido a 2 millones. Para situar estas
cifras hay que considerar que la población mundial de la época es de 300
millones de hombres. La conquista exterminará, pues, un quinto de la humanidad.
….” “Porque la historia que propone la historia es insoportable. Si se puede en
última instancia, aceptar el despojo absoluto del Tener es imposible
aceptar el despojo del Ser. Y aceptar esa Historia, la Única Historia,
es una herida metafísica insoportable, la locura. Porque los muertos – aunque
sean un quinto de la humanidad- son los muertos. “Los muertos se retiran del
juego” Hegel. El drama mayor no es el exterminio físico: es el saqueo
metafísico de los sobrevivientes: su locura. Esa locura es el fondo del lecho
por donde, en adelante, correrá el angustioso río del ser americano. (Los
subrayados se encuentran así en el original)
Literatura:
primer territorio libre de América – Manuel Scorza
http://www.nodo50.org/mariategui/literaturaprimerterritoriolibre.htm
[8] Realizadas por el
artista peruano Jorge (Cocó Revilla) conocido como “Romántico” en la movida
subte, quien luego
en los noventa formó en Valencia, España los
grupos techno gotic pop Sylvania y
posteriormente Cielo.
[9]
Un conmocionado Alfonso la Torre
exclama: El enigma de esas dos miradas (refiriéndose a Zevallos y Avellaneda)
me es insondable, porque en el espacio de una inocencia y otra se ha plasmado
el horror, el sentimiento de una culpa, de un “pecado” impuestas al hombre en
dimensión milenaria y social…. Todo esto es irrespirable, intolerable.
La otra voz – Alfonso La Torre- del catálogo de la
exposición PERU…UN SUEÑO en el instituto Goethe, Diciembre de 1984
[10] “… El proyecto del
Grupo Chaclacayo nunca fue un proyecto nítidamente ‘peruano’. En gran medida,
existía ya en mi cabeza con anticipación. Aun cuando contó con la presencia de
dos artistas peruanos, su emplazamiento fue como una demostración, diría hoy,
paradigmática de una tesis planteada desde fuera de tu país y que intentaba
iluminar la historia europea desde un núcleo bien profundo….” “….En cierto
aspecto, el Perú casi no existe y (al menos en su proceso orgánico) no jugaba
un papel primordial en el desarrollo del proyecto. Algunas instituciones
alemanas sostenían más el trabajo en ese sentido y no solo desde el punto de
vista económico. Perú era como una pauta, un modelo, una metáfora incluso: el
escenario de ese desastre y desenlace de lo que llamamos nuestra civilización.
Un símbolo-espejo perfecto….”
Soñando
sin dormir, al ojo abierto. Una (abreviada) conversación con Helmut J. Psotta –
Emilio Tarazona
https://www.academia.edu/874662/Sonando_sin_dormir_al_ojo_abierto._Una_abreviada_conversacion_con_Helmut_J._Psotta
“…Mi
intención en realidad no era enseñar, sino informarme de este país desde
dentro…”
Cuando el autentico ser resulta ser
peligroso – El Diario Marka, martes 27 de noviembre de 1984, Miguel Silvestre)
[11]
Avellaneda consigue desplegar así los trabajos más
áspera y explícitamente íntimos. Dibujos o ensamblajes de los cuales procura
hacer emerger una identidad que toca lo familiar y lo sexual en un registro
autobiográfico que se exhibe saturado de muerte y oquedades desmedidas. Algunas
de las cajas que construye irradian una visible
morbidez entretejida con la memoria: éstas, como
criptas abiertas, parecen hacer presente sólo los aspectos siniestros y
aberrantes que de ella el tiempo ha construido e infiltrado en la mente,
confinando el deseo como una pulsión oscura, tan terrible como perturbadora.
El Grupo
Chaclacayo (Raul Avellaneda-Helmut Psotta-Sergio Zevallos) Marcas de la
violencia por debajo de la piel - Por Emilio Tarazona
https://www.academia.edu/874678/El_Grupo_Chaclacayo_Marcas_de_la_violencia_por_debajo_de_la_piel
[12] “… En este proceso de experimentación,
ellos (Avellaneda y Zevallos) se fueron convirtiendo en algo extremamente
diferente que modificó enormemente su relación con los demás: amigos, colegas,
familia… ello aun cuando en varias oportunidades nos hemos reunido con personas
de dentro y fuera. Pero esa ruptura no es un estado corriente, porque están
también jugando con fuego. Un riesgo total, solamente neutralizado por motivaciones
fuertemente atractivas, casi sin retroceso.
Nunca puedes saber cómo quedan las
personas psicológicamente después, cómo van a reaccionar en cuanto a sus
costumbres ‘normales’, por lo menos al comienzo. Todo este proyecto fue una
situación (antropológicamente) en contra de estas costumbres heredadas: cómo
han crecido, cómo es su mentalidad, su carácter genuino. De súbito, el espacio
pierde toda limitación, el ambiente psíquico se carga con oxígeno –sobre un
terreno firme crece un modelo ideal, pero efímero. Así se confrontan con un
papel en blanco, pero con sus propias facultades, sin excusa ni distracción.
Sus facultades siguen con ellos, pero también el miedo y la necesidad de
observar su propia situación interior y las condiciones que hasta ese momento
los habían envuelto…”
Soñando sin dormir, al ojo abierto. Una
(abreviada) conversación con Helmut J. Psotta – Por EmilioTarazona
Psotta dice: “…
Piense ud. En los efectos psíquicos causados por mi persona en cada
estudiante…”
Entrevista a Helmut Psotta: Periódico
LIMA KURIER : El mensajero de Lima (julio de 1982)
[13] Un comentario de Sergio Zevallos evidencia
también los nexos existentes entre su propuesta y lo social: “… Hay un
paralelo, mientras santa Rosa se flagela y se produce dolor físico para ser
mortificada, en este país se torturan y se deshacen cuerpos y para ellos no hay
perdón…” En la misma entrevista Helmut Psotta añade: Yo, como cualquier actor
voy a usar la expresión extrema, utilizo el abuso que se hace de la mujer para
desmitificar…”
Cuando el autentico ser resulta ser
peligroso – El Diario Marka, martes 27 de noviembre de 1984, Miguel Silvestre)
Psotta
menciona: “…No hay estética sin postulado social directo…”
Entrevista a Helmut Psotta: Periódico
LIMA KURIER : El mensajero de Lima (julio de 1982)
[14]
Raúl Avelllaneda: En mi caso creo que parte de mi
trabajo es una investigación autobiográfica, yo solo hago las cosas y la tarea
de interpretarlos sale de los psicólogos, antropólogos, etc.
CUANDO
EL AUTENTICO SER RESULTA SER PELIGROSO – El Diario Marka, martes 27 de noviembre
de 1984,
por Miguel Silvestre
[15] “…El fin último no es fortalecer
o solidificar ningún tipo de identidad, sino deconstruir las dicotomías citadas
con el fin de desestabilizar todas las identidades fijas, para así propiciar la
emergencia de diferencias múltiples, no binarias, cambiantes, móviles. En
términos de Derrida, crear las condiciones para la emergencia de la differance
opuesta a la difference; o en términos de Deleuze y Guattari, la
emergencia de las identidades nómadas…”
“….Ahora bien, si lo que debemos
deconstruir a nivel simbólico es toda la constelación de concepciones
culturales en relación con la sexualidad, a nivel social y político es
imperativo desmontar esa hegemonía heterosexual que
conduce a que los sujetos que no muestren
«congruencia» entre su sexo, su género y su orientación sexual, es decir, los
que no sean heterosexuales, sean considerados culturalmente sujetos/as
innombrables, abyectos, ininteligibles, anormales, y por lo tanto sean
excluidos de la participación social y
política plena, o forzados a ocultar su
orientación sexual…”
Judith
Butler: performatividad de género y política democrática radical - Carlos Andrés Duque Acosta -
Universidad Javeriana de Cali,
2010.
[16] « J’espère que mon travail sera
toujours innocent » “ Vers une construction identitaire” “…Peut-être que
l’obscène peut se définir comme la dimension honorable de la pornographie...”
David
Nebreda et le double photographique », entrevista con David Nebreda por Catherine
Millet, Art Press n°255, mars 2000 - LA VOIX DU REGARD N ° 15 - otoño
2002
Comentarios
Los estudiantes, Zevallos y Avellaneda entran dúctiles y dispuestos a jugar en este marco de hierro. Ellos aportan lo que son, peruanos de su generación y en lo específico, entregan la materia prima de su marginalidad, la homosexualidad.. Y más específica aún una sexualidad con fuerte carga de búsqueda de lo "femenino", pero eso sí, sin abandonar su temperamento y fuerte energía masculina, sin posibilidad o interés de entender más allá de eso. Ellos aportan el sentimiento, el dolor, la tortura, el desgarro. Desde mi condición femenina-maternal, puedo empatar con ese desgarro, sin comprenderlo aún, pero con ganas. A Psotta en cambio, no lo veo, él está en otro mundo, en su país inexistente (para mí). Y creo que es por esa dualidad que la propuesta de Chaclacayo no se quedó a dar la cara y afrontar la consecuencia de lo que nos proponían. Entiendo arte, entre otras cosas, como comunicación. Pero ellos se aislaron (método Psotta)para construir su mensaje.Hicieron una marmita donde los elementos ardían y se reconcentraban para lograr un caldo poderoso (método Psotta) lograron producir un primer discurso (propuesta de Zevallos y Avellaneda)...y se fueron a Europa (propuesta de Psotta). Me recuerda que cuando -siendo niña- lograba balbucear mi queja pero después me quedaba callada, sin decir más nada, casi pidiendo perdón por haber abierto la boca.
Pasado el momento del escándalo (30 años!), se puede intentar una mirada centrada, un diálogo con los artistas Zevallos y Avellaneda (Psotta es el técnico) se puede visitar aquellos desarrollo de un mundo marginal, encontrar mil contenidos, recrear-se y fertilizar-se, pero al no haber continuidad, el diálogo queda ahí, sólo es una excitación,un duro coqueteo, no es un coito artístico, no hay hijos-productos de este re-encuentro con la sociedad. Al final, el técnico no tuvo técnica para esta dimensión del arte llamada "amor por el otro" (este país no existe para Psotta). ¿Qué hubiera sucedido si LOS ARTISTAS se quedan y la pelean? (¿Y si, además, brotan unos hijos-producto, llámese Escuela, o secuencia de exposiciones, o seguidores o nuevos discípulos o algo más creativo aún?)