SEPA USTED PORQUE EL PRESIDENTE HUMALA NO TOCÓ EL ASUNTO CIRO
Supongamos que yo no sé mucho del asunto, que durante meses me he negado por todos los medios disuasivos a mi alcance, de enterarme de lo que sucede, y que más allá de lo que decidiera{ he terminado por aceptar el hecho de que se me impone el asunto Ciro por todos lados.
He podido dorar la píldora encontrándole ribetes detectivescos, haciéndola interesante podría decirse, y antes de que se encontrara el cuerpo echar comentarios como que se había resbalado o si la policía lo había asesinado y luego había escondido el cadáver. Lo cierto es que la presión mediática estaba ya haciendo sutilmente su trabajo de la manera en que estos pendejos quieren que haga su trabajo, que mas allá de que el tema esté en boca de todos y exista un bombardeo reiterado, diario e inmisericorde en la prensa escrita y en la pantalla de TV sobre lo mismo desde abril de este año, la telenovela reallity mas exitosa de la televisión peruana (superando incluso a “Al fondo hay sitio”) nos torpedea con su arsenal tan cotidiano como el desayuno, almuerzo y cena, con sus rostros y gestos demudados y compungidos con sus certezas frente a la muerte indescifrable, comercializando de manera embrutecedora los sectores más miserables y ruinosos de nuestras más sensibleras emotividades desbordadas hasta el punto de delirios como que el entierro de Ciro haya sido elevado a la categoría de acto cívico patriótico en Arequipa, que le hayan entregado las llaves de la ciudad a Don Ciro Castillo, abnegado, arrojado y valiente padre que luchó contra todas las faltas de fe para encontrar el cuerpo de su hijo, o que se haya abierto la ruta turística “Ciro” en el Colca con su variante “Las Mochilas” o “el ángel”, o que Rosario haya anunciado ya su libro donde jura contarlo todo; Más allá de todo ello, lo difícil de aceptar es la carencia, digamos, casi absoluta de bases emocionales firmes como sociedad.
Uno podría preguntarse y no estaría exagerando ¿en manos de quienes estamos siendo permanentemente “informados” tomando información como aquello cuya impresión al momento de ser recepcionada “forma” o impresiona, es decir, imprime según el molde de que está hecha esa información? ¿En mano de quienes está la “educación” que brindan los medios día tras día? ¿Qué es lo que propiciamos al permitir imprimir esto en las mentes de los niños?
El asunto no empezó con la exposición de Montesinos en la salita amasando una montaña de dólares como una situación particular del Perú. Del Perú de 1992 nos separa la televisión que muestra un camión que en China atropella a una niña de dos años y reitera una y otra vez la imagen, noticia e imagen transmitida por la mayoría de canales de señal abierta hace un par de semanas, engolosinamiento por la imagen, deleite por el sacudimiento del cuerpecillo o por la forma que toma el neumático al encimarlo . El melodrama es el mismo, aparentemente, uno corresponde a la realidad y el otro viene como una imagen casi subliminal que no me toca en cuanto está lejos y casi también común, que puede ocurrir en cualquier lado y que puedo mirar casi de reojo (es por ello su reiteración durante días en el mismo horario). En los dos casos el melodrama del malo que aparecía caricaturescamente en una esquina del Monopoly ayer en la radionovela y hoy en pantalla plasma LCD y el de la niñita triturada a la que vemos (y no vemos, viendo) explota aquellos sectores que un psicólogo definiría mejor (y un psiquiatra mucho más creo) del placer perverso por la destrucción y sufrimiento de los otros. Todo componente del libreto con el que la puesta en escena debe ser llevada a cabo sabe muy bien esto: el enigma por lo indescifrable (nunca se supo cuanto más han podido ser grabados subrepticiamente por Montesinos, nunca se sabrá con certeza como murió Ciro) puede cobrar muchos millones como lo vienen haciendo los medios de comunicación con el asunto Ciro.
Es por ello que un padre disfuncional puedo volver a su casa para “comandar” la búsqueda de su hijo desaparecido recibiendo grandes sumas de dinero de los medios para contratar rescatistas del extranjero y otros gastos añadidos. La prensa ha encontrado la forma de invertir para dar continuidad a aquello que Vivas de la sección de TV de El Comercio ha llmado con precisión: Caso Ciro, la segunda temporada y el padre hace muy bien su “personaje”. Tanto como Reggiardo hablando ante los medios con la camisa ensangrentada la noche en que unos secuestradores dispararon a su hija.
La muerte como espectáculo de masa ha acompañado al hombre desde su aparición, como sociedad sobre saturada de información no podemos negar la permanente explosión de impulsos irracionales. Las ejecuciones públicas han sido también espectáculo del populacho con lo cual se le amedrentaba con el poder divino y real como una unidad indisoluble que debía regir la vida del hombre. Los archivos históricos de Francia, por ejemplo, están repletos de testimonios repugnantes sobre las puestas en escena de ajusticiamientos, Foucault da cuenta de ellos en “Vigilar y castigar” por ejemplo, pero si hay algo que le añade un componente importante al hecho común del tratamiento diverso al tema de la muerte es el carácter religioso que va relacionado con el elemento sacrificial. El Rey era Dios es por ello que el desmembramiento o destripar con ganchos era permitido porque Dios así lo quería.
Es sencillo tratar de rastrear los perfiles de mitificación del caso Ciro, el carácter de ritual que se pudo observar en el velatorio, traslado y entierro en Lima de los restos del joven Ciro Castillo, las palabras del padre en ese ínterin, pero creo yo que la acusación a Rosario Ponce permanente, sin absolutamente ninguna prueba en contra y el desprecio a su condición elemental de mujer como “la propiciadora de todos los males” encuentra un correlato, creo preciso, en la forma en como es vista apreciada esa triada configuradora del esquema básico patriótico masculino: Mujer es igual a madre = prostituta – esposa. Pregúntenle a Freud. Es sencillo si lo miramos en sus rasgos de superficie, lo complejo es aceptar el rol que los medios de comunicación pueden jugar al propiciar la construcción de aquello.
No es la cuestión simple de rogar de que en algún momento el asunto Ciro amaine porque den por seguro de que pasaremos a otro sainete. El meollo del asunto, considerando que este fenómeno creado artificialmente por los medios presenta peculiaridades que no había observado en otras, el formato de telenovela y la continuidad por capítulos que aseguran rating resulta novedoso, otro asunto complejo es nuestra imposibilidad de creer en la monstruosa conversión de un padre adolorido buscando a su hijo y con la dura probabilidad de encontrarlo muerto, en un líder de opinión con pañoleta al cuello y saco negro, dando opiniones y pregonando que ya es parte del imaginario popular y un paradigma del dolor y la abnegación y que tiene su espacio junto con los goles de Guerrero o las ocurrencias de Monique Pardo y que por ello ocupa todos los días páginas de El Trome mientras la adolorida y silenciosa madre se abraza con Gisella en su programa rompedor de los sábados.
He creído que los medios de comunicación tienen tanto poder hoy que Ollanta Humala puede atreverse a hablar sin mencionar una palabra de Ciro, que dos familias disfuncionales con un padre que golpeaba a la madre y cuyo hijo había desaparecido varias veces o una chica con rasgos infantiles que tuvo un hijo y se lo llevo a vivir a casa de sus padres cuya imagen es virtualmente violada en las redes por onanistas mentales y la hediondez salida de las cloacas del anonimato cobarde (tan peculiar a nuestra idiosincrasia nacional, tan nacional como el cebiche y Macchupicchu, podríamos considerarlo incluso, como otro plato bandera), estas dos familias representan a cabalidad arquetipos básicos de una sociedad global que vive encerrada en aquello que Sloterdijk llama con suma precisión “útero fantástico para masas infantilizadas”, hoy más que nunca la mirada a la tele es el rumbo de la feligresía del dolor y el masoquismo como expiación y cuyo delirio colectivo es capaz de encumbrar santos y beatas en nuestro pasado - presente colonial dispuestos a construir sus santos y pecadores. La vida cotidiana de todos los días y su sentido como dependencia, como rating.
He podido dorar la píldora encontrándole ribetes detectivescos, haciéndola interesante podría decirse, y antes de que se encontrara el cuerpo echar comentarios como que se había resbalado o si la policía lo había asesinado y luego había escondido el cadáver. Lo cierto es que la presión mediática estaba ya haciendo sutilmente su trabajo de la manera en que estos pendejos quieren que haga su trabajo, que mas allá de que el tema esté en boca de todos y exista un bombardeo reiterado, diario e inmisericorde en la prensa escrita y en la pantalla de TV sobre lo mismo desde abril de este año, la telenovela reallity mas exitosa de la televisión peruana (superando incluso a “Al fondo hay sitio”) nos torpedea con su arsenal tan cotidiano como el desayuno, almuerzo y cena, con sus rostros y gestos demudados y compungidos con sus certezas frente a la muerte indescifrable, comercializando de manera embrutecedora los sectores más miserables y ruinosos de nuestras más sensibleras emotividades desbordadas hasta el punto de delirios como que el entierro de Ciro haya sido elevado a la categoría de acto cívico patriótico en Arequipa, que le hayan entregado las llaves de la ciudad a Don Ciro Castillo, abnegado, arrojado y valiente padre que luchó contra todas las faltas de fe para encontrar el cuerpo de su hijo, o que se haya abierto la ruta turística “Ciro” en el Colca con su variante “Las Mochilas” o “el ángel”, o que Rosario haya anunciado ya su libro donde jura contarlo todo; Más allá de todo ello, lo difícil de aceptar es la carencia, digamos, casi absoluta de bases emocionales firmes como sociedad.
Uno podría preguntarse y no estaría exagerando ¿en manos de quienes estamos siendo permanentemente “informados” tomando información como aquello cuya impresión al momento de ser recepcionada “forma” o impresiona, es decir, imprime según el molde de que está hecha esa información? ¿En mano de quienes está la “educación” que brindan los medios día tras día? ¿Qué es lo que propiciamos al permitir imprimir esto en las mentes de los niños?
El asunto no empezó con la exposición de Montesinos en la salita amasando una montaña de dólares como una situación particular del Perú. Del Perú de 1992 nos separa la televisión que muestra un camión que en China atropella a una niña de dos años y reitera una y otra vez la imagen, noticia e imagen transmitida por la mayoría de canales de señal abierta hace un par de semanas, engolosinamiento por la imagen, deleite por el sacudimiento del cuerpecillo o por la forma que toma el neumático al encimarlo . El melodrama es el mismo, aparentemente, uno corresponde a la realidad y el otro viene como una imagen casi subliminal que no me toca en cuanto está lejos y casi también común, que puede ocurrir en cualquier lado y que puedo mirar casi de reojo (es por ello su reiteración durante días en el mismo horario). En los dos casos el melodrama del malo que aparecía caricaturescamente en una esquina del Monopoly ayer en la radionovela y hoy en pantalla plasma LCD y el de la niñita triturada a la que vemos (y no vemos, viendo) explota aquellos sectores que un psicólogo definiría mejor (y un psiquiatra mucho más creo) del placer perverso por la destrucción y sufrimiento de los otros. Todo componente del libreto con el que la puesta en escena debe ser llevada a cabo sabe muy bien esto: el enigma por lo indescifrable (nunca se supo cuanto más han podido ser grabados subrepticiamente por Montesinos, nunca se sabrá con certeza como murió Ciro) puede cobrar muchos millones como lo vienen haciendo los medios de comunicación con el asunto Ciro.
Es por ello que un padre disfuncional puedo volver a su casa para “comandar” la búsqueda de su hijo desaparecido recibiendo grandes sumas de dinero de los medios para contratar rescatistas del extranjero y otros gastos añadidos. La prensa ha encontrado la forma de invertir para dar continuidad a aquello que Vivas de la sección de TV de El Comercio ha llmado con precisión: Caso Ciro, la segunda temporada y el padre hace muy bien su “personaje”. Tanto como Reggiardo hablando ante los medios con la camisa ensangrentada la noche en que unos secuestradores dispararon a su hija.
La muerte como espectáculo de masa ha acompañado al hombre desde su aparición, como sociedad sobre saturada de información no podemos negar la permanente explosión de impulsos irracionales. Las ejecuciones públicas han sido también espectáculo del populacho con lo cual se le amedrentaba con el poder divino y real como una unidad indisoluble que debía regir la vida del hombre. Los archivos históricos de Francia, por ejemplo, están repletos de testimonios repugnantes sobre las puestas en escena de ajusticiamientos, Foucault da cuenta de ellos en “Vigilar y castigar” por ejemplo, pero si hay algo que le añade un componente importante al hecho común del tratamiento diverso al tema de la muerte es el carácter religioso que va relacionado con el elemento sacrificial. El Rey era Dios es por ello que el desmembramiento o destripar con ganchos era permitido porque Dios así lo quería.
Es sencillo tratar de rastrear los perfiles de mitificación del caso Ciro, el carácter de ritual que se pudo observar en el velatorio, traslado y entierro en Lima de los restos del joven Ciro Castillo, las palabras del padre en ese ínterin, pero creo yo que la acusación a Rosario Ponce permanente, sin absolutamente ninguna prueba en contra y el desprecio a su condición elemental de mujer como “la propiciadora de todos los males” encuentra un correlato, creo preciso, en la forma en como es vista apreciada esa triada configuradora del esquema básico patriótico masculino: Mujer es igual a madre = prostituta – esposa. Pregúntenle a Freud. Es sencillo si lo miramos en sus rasgos de superficie, lo complejo es aceptar el rol que los medios de comunicación pueden jugar al propiciar la construcción de aquello.
No es la cuestión simple de rogar de que en algún momento el asunto Ciro amaine porque den por seguro de que pasaremos a otro sainete. El meollo del asunto, considerando que este fenómeno creado artificialmente por los medios presenta peculiaridades que no había observado en otras, el formato de telenovela y la continuidad por capítulos que aseguran rating resulta novedoso, otro asunto complejo es nuestra imposibilidad de creer en la monstruosa conversión de un padre adolorido buscando a su hijo y con la dura probabilidad de encontrarlo muerto, en un líder de opinión con pañoleta al cuello y saco negro, dando opiniones y pregonando que ya es parte del imaginario popular y un paradigma del dolor y la abnegación y que tiene su espacio junto con los goles de Guerrero o las ocurrencias de Monique Pardo y que por ello ocupa todos los días páginas de El Trome mientras la adolorida y silenciosa madre se abraza con Gisella en su programa rompedor de los sábados.
He creído que los medios de comunicación tienen tanto poder hoy que Ollanta Humala puede atreverse a hablar sin mencionar una palabra de Ciro, que dos familias disfuncionales con un padre que golpeaba a la madre y cuyo hijo había desaparecido varias veces o una chica con rasgos infantiles que tuvo un hijo y se lo llevo a vivir a casa de sus padres cuya imagen es virtualmente violada en las redes por onanistas mentales y la hediondez salida de las cloacas del anonimato cobarde (tan peculiar a nuestra idiosincrasia nacional, tan nacional como el cebiche y Macchupicchu, podríamos considerarlo incluso, como otro plato bandera), estas dos familias representan a cabalidad arquetipos básicos de una sociedad global que vive encerrada en aquello que Sloterdijk llama con suma precisión “útero fantástico para masas infantilizadas”, hoy más que nunca la mirada a la tele es el rumbo de la feligresía del dolor y el masoquismo como expiación y cuyo delirio colectivo es capaz de encumbrar santos y beatas en nuestro pasado - presente colonial dispuestos a construir sus santos y pecadores. La vida cotidiana de todos los días y su sentido como dependencia, como rating.
Comentarios
Asi todo se que esa pequeña gota sirve, gracias hermano Miguel un fuerte abrazo
Chrstian franco.