MASOKO TANGA. Nunca escribimos una canción de amor.

escrito por Martín Roldán Publicado en el portal rocanrol.pe http://rocanrol.pe/articulo/masoko-tanga-nunca-escribimos-una-cancion-de-amor/ MASOKO TANGA. Nunca escribimos una canción de amor. Siempre me llamaron la atención por ese nombre tan peculiar que escapaba de los clásicos de enfermedades o sociedades, de las bandas subterráneas. Y ante el rescate de la época subte en publicaciones de los últimos años, me preguntaba por qué no pasaban de una sencilla mención. Incluso los llegué a considerar como una banda caleta o semiclandestina de la que muy pocos recordaban. Por tal motivo me decidí a buscarlos y conversar de lo que fueron como agrupación, los años tempranos y la resaca de todo lo vivido. Y en esa búsqueda encontré a Miguel Blásica, guitarrista y cantante de Masoko Tanga. ROCANROL DE ABAJO EL PUENTE Miguel era uno de los tantos muchachos de barrio que tenía inquietudes por expresarse. Y encontró en el rock la herramienta para decir lo que sentía. Eran los años setentas en el Rímac y él junto a su hermano y un grupo de amigos pasaba la tarde escuchando las clásicas bandas de esos años en la calle La Capilla, colindante con la avenida Tarapacá y la Unidad Vecinal. “En el Rímac e Ingeniería había gente que sabían bastante de rock. Recuerdo a exhippies que tocaban guitarra en las puertas de sus casas, en las esquinas y crecimos escuchándolos”, nos cuenta Miguel sentado en su casa de Surco. Su mirada recorre las paredes y años idos que me imagino son las imágenes de una infancia feliz y musical. En la tradicional calle de La Capilla sonaban clásicas bandas como Led Zeppelin, Grand Funk Railroad, Alice Cooper, Sweet, Deep Purple, Nazareth , Beatles, Rollings Stones, Emerson Lake and Palmer, Yes, Génesis, Queen, Pink Floyd. Y en casa su padre tenía los discos Joan Manuel Serrat Sandro, Tijuana Brass, Paul Mauriat, Frank Pourcell, Los Compadres, Camilo Sesto, Los Teen Tops, Los Doltons, Los Panchos y Los Jaivas. Estas canciones y rocanroles se alternaban con los juegos infantiles y las palomilladas. “Todos nos conocíamos. Se armaban colleras, nos peleábamos, nos amistábamos y volvíamos a pelear”. Hasta que a inicios de los ochenta llegaría el punk y el new wave a oídos de los adolescentes limeños y otra cosa se comenzó a forjar en las calles de la capital.
PUNKEKES Y POSTPANIKOS (*) Con la llegada de las nuevas tendencias a partir del punk de 1977 y la idea del “Hazlo Por Ti Mismo”, la inquietud por formar una banda fue tomando peso. Miguel tocaba la guitarra desde los dieciséis años y siempre tenía esa inquietud. “Escribía anuncios donde me ofrecía como guitarrista aunque sólo sabía los tres miserables acordes sagrados para cualquier punkeke. Me moría por una banda de rock”. En 1985 ese deseo se tornaría en obsesión cuando ve a Leuzemia y a Narcosis en un concierto realizado en el colegio Alfredo Bonifaz cercano al cuartel Fuerte Rímac, curiosamente un colegio para hijos de militares. Es así que forma Masoko Tanga con Francisco “Paco” Gil en la batería y su hermano Oscar (que venía de ser batero de Flagelo, la banda más reconocida en el barrio) Ellos debutarían como Masoko Tanga, en febrero de 1986 en el Rock en Río Rímac II. “Fue un debut accidentado porque en un momento estábamos tocando y la parte del tabladillo donde estaba la batería con mi hermano se vino abajo”. Luego en 1987 participaron en el Concurso de Rock No Profesional organizado por Taller Rock en la No Helden. El nombre fue inspiración de una canción del primer disco de The Police llamado Outlandos d’Amour. Fue propuesto por Paco. Además su hermano Óscar era fanático de la banda, por lo que no tuvo reparos en aceptar. “Sonaba disparatado y se diferenciaba de nombres de bandas que se colocaban apelativos pseudo góticos como Orgasmo Eclesiástico o la Última Letanía de Satán, así que cuando nos fuimos por el lado más oscuro el nombre chirriaba con estas convencionalidades, me parecía muy divertido”. En un principio su propuesta era la de todos los subtes: Decir lo que suscitaba vivir en una ciudad conservadora e hipócrita. “Para empezar nada mejor que el punk que era muy simple y dejaba que explotase lo que queríamos vomitar”. Hacia finales del 87, Paco deja la banda y el poco compromiso de su hermano lo obligaron a buscar otra gente. Es así que convoca a Lalo Sarazú de Pueblo Libre para ocuparse de la batería y a su hermano Pepe Sarazú en el bajo. Luego ingresa Coco “Cure” Antezana para ocuparse de los teclados. Esta nueva alineación duraría hasta 1989. Con esta formación consolidarían su estilo postpunk. “A pesar de que me fascinaba el New Romantic y adoraba a David Bowie, Duran Duran, Ultravox y Roxy Music, no imaginaba poder hacer esa música. Había que expresar lo que salía, luego variamos al postpunk en la que congeniamos con algunas bandas que surgían en la escena local”. Algo que destaca Miguel era esa similitud de sonido oscuro con las otras bandas y la fuerte influencia de Joy División. “Yo no había escuchado más que dos temas de ellos. Luego de muchos años me di cuenta de lo parejo, de una atmósfera que enmarca una época”. CANCIONES PARA TIEMPOS OSCUROS. El querer lanzar todo lo que agobiaba a un joven de los ochenta fue reflejado en las letras de la banda. Compusieron más de treinta temas, pero solo siete fueron las que llegaron a tocar en vivo. En su mayoría tenían temática social y anímica que movilizó a la movida: Frustración, frustración y más frustración; dolor, angustia, rechazo y visiones de destrucción, cuestionamiento al poder con cargas de actitud política. En la última etapa cambiaron hacia algo más sensorial, más calmado. Su primer tema “Padre quiero asesinarte” fue compuesta por Miguel y el bajista Paco. Cuenta las desventuras de éste último con su padre. “No eran tan serias en realidad sino que las exageramos y la letra quedaba como una broma negra con toques siniestros, al tiempo le di un matiz más relacionado con el sistema”. Luego compusieron el tema “Solo Pus” con letra original, pero con música “prestada” del grupo Alley Cats (Nothing means nothing anymore) que habían escuchado en la película Urgh! La guerra Musical. Un tema político total y desafiante, que habla del hastío por la corrupción. “De que nada cambiará, que las armas estarán sin control y que te cansarás de luchar, te harás viejo y todo seguirá siendo la misma mierda”. El interés de Miguel por la psicodelia, lo absurdo y lo onírico lo llevaron a experimentar formas novedosas de composición. “Considero el tema “Yo existo…existía” como lo más avanzado que hicimos. La letra salió del juego surrealista llamado Cadáver Exquisito que propuse secretamente a unos amigos y respeté tal como se configuró añadiéndole la música”.
EL REGISTRO DE LO ACONTECIDO En los años que duró Masoko Tanga, llegaron a tocar en el Rock en Río Rimac II en el verano del 86. Luego participaron en el Concurso de Rock No-profesional, que lanzó la revista Esquina en la mítica No Helden. Posteriormente en un concierto del distrito de Independencia, en el Centro Cultural Magia en 1987, en La Cabaña, en la sala Cocolido y en el “Concierto de Miércoles” organizado por Julio Montero de Delirios kronikos y Sinkura. En espacios de subtes de Santa Beatriz, en la universidad de San Marcos en una tocada acústica que organizó Willi Jimenez de Sociedad de Mierda. O ese concierto caleta en un bar de Strip Tease de la avenida La Colmena a la que llegaron por un músico chichero dueño de la sala de Surquillo donde ensayaban. “Tocamos en los intermedios de las bailarinas, fue un concierto bastante bizarro” cuenta Miguel. Por último en el cine Le Paris en el evento Tanatos Go Home que organizó la poeta Mary Soto en 1989. En 1987, Junto a un grupo de bandas, firmaron un precontrato con el productor musical Moisés Rentería. “Creo que era de IEMPSA pero no se llegó a nada concreto”, manifiesta Miguel y agrega que solo han quedado las grabaciones de los conciertos en La Cabaña y en Magia. “Debo confesar que durante muchísimo tiempo descuidé nuestro material al punto que sólo tenía un puto casete”. Para 1989 el interés de sus integrantes fue decayendo hasta dejar de tocar, lo cual marcó el fin de Masoko Tanga. Miguel fue inclinándose por el teatro y encontró otras posibilidades expresivas en la poesía y en la performance. Se unió al colectivo de teatro experimental ULKADI donde desarrollaría composición musical aplicada a la creación teatral. En 1999 trabajó con el maestro de música electrónica boliviano Arturo Villalpando para la obra Woyzeck; y con el ecuatoriano Julián Pontón del departamento de electroacústica del Conservatorio de Quito para la obra experimental femenina Teresa Filosófica. El 2005 elaboró un proyecto junto al ruidista industrial Antonio K19 que fue presentado en el CC de España. Se llamó El Destructor Latente Invisible. EL MIEDO Y LA ESPERANZA Por su participación en el grupo ULKADI, Miguel fue acusado de apología al terrorismo y encarcelado durante quince meses. Luego del golpe de Fujimori la persecución a todo tipo de manifestación artística contestataria se hizo más intensa. Eran épocas de miedo porque no sabías si podías ser detenido por llevar un simple fanzine o una maqueta de alguna banda subte. Muchos participantes de la movida subte sufrieron detenciones e incluso prisión de manera injusta. Es que el Rock Subterráneo fue considerado subversivo porque tenía esa carga de decir no a lo que estaba sucediendo en país. Para Miguel canalizó un reclamo social dentro del panorama cultural del siglo XX en el país. “Pero también hubo muchísima vitalidad y alegría, ternura e inocencia, a pesar de la crudeza de las letras, la energía de los grupos y creatividad en las propuestas, a pesar del pésimo sonido y de las condiciones de los conciertos e instrumentos”. Tres décadas después los subtes siguen dando que hablar y algunas bandas están siendo rescatadas de ese olvido momentáneo para revelar su aporte a la historia del rock en el Perú. Los Masoko Tanga ven esa posibilidad de regresar tanto para tocar en vivo como para grabar en mejores condiciones técnicas. Sólo queda acomodarse al tiempo y a las responsabilidades laborales y familiares. Nunca escribieron una canción de amor, nos cuenta Miguel Blásica. “Pero si me preguntasen por qué mi generación no se atrevió a hablar de ese amor, mi respuesta sería: ‘Es evidente ¿no?’. Pero esa noche no dormiría, me quedaría mirando el vacío… ¡Gracias!”. (*) Punkeke y Postpániko. Denominaciones que se daba entre los subtes a los cultores del punk rock y del postpunk. PARA ESCUCHAR LOS ÚNICOS TEMAS GRABADOS EN VIVO DE MASOKO TANGA CLIKEA EN ESTE ENLACE: http://www.sugarpop.org/temp/masokotanga.zip

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