FUJIMORIZATE – La estrategia del mercado político peruano hacia el 2021


Por: Miguel Blásica







PREFACIO DESDE LAS TINIEBLAS


Desde hace mas de 25 años escribo para comprender, al menos eso intento. Sucede lo mismo quizás con el teatro y la performance, debo representar, encarnar el símbolo para reconocer más allá de lo vidente (homus videns) un comportamiento, un suceso, la complejidad de una trama o argumento. Ese tránsito es necesario para comprender, o intentar unir pistas que me conduzca por entre la oscuridad que oculta la verdad de nuestra historia. Muy poco, casi nada he publicado de estas reflexiones. Recuerdo con especial énfasis aquella larga reflexión que siguieron a los hechos de la toma de la Embajada de Japón por un comando del MRTA en diciembre de 1996. Estaba en la ciudad de La Paz y desde la radio aquel día siguiente de la incursión, y en la calle aquella tarde fría y de intensa granizada, fuí siguiendo detalle tras detalle a manera de crónica aquel suceso espectacular, escribiendo y analizando la coyuntura. Aun guardo esos papeles como un tesoro y como muchos escritos testimoniales de aquellos años y anteriores, espero en algún momento publicarlos.

La pregunta base para abordar el presente estudio partía de algo concreto, pero resultaba inevitable se dirija luego al soporte que lo ha contenido.  ¿Qué es el fujimorismo y porqué nuestro país llegó a gestarlo? otra pregunta clave se sitúa en la complejidad de reconocer su retorno luego de su casi extinción ¿Porqué el fujimorismo regresó? Tal vez nunca se fué.

Por ello me decidí a darle un formato didáctico en el sentido de un marco referencial histórico. Una visión panorámica que me permitiría encontrar semejanzas en momentos claves de autoritarismo y golpes que se han dado en Perú en el devenir de un siglo. Pensé que este formato sería asequible para quien ignorase datos referenciales necesarios para ubicar a este fenómeno en momentos que guardan semejanza con abruptas irrupciones cargadas de fervor popular.

La dificultad principal para poder culminarlo (empecé en marzo del presente año) se hallaba en que sobre el tema del fujimorismo cada día ocurría algo nuevo, viéndome tentado a incluir sucesos que podían ser interesantes en la  conducción de las coordenadas de su estrategia actual. Lo que primaba no era tanto dilucidar cual es esa estrategia hacia la toma de un poder por el cual exhiben un apetito voraz, sino en enmarcar los antecedentes por lo cual este fenómeno ha crecido y afianzado, tomando en cuenta el marco histórico.

Por ello considero importante mencionar que esta semana de mitad de mes de junio, se dio el desafuero de Kenji y sus avengers Ramirez y Bocangel, se aprobó la ley Mulder que prohíbe la publicidad del Estado en medios privados. Mauricio Mulder es congresista por el APRA y alto dirigente de su dirección política. Su partido ha mantenido una alianza y apoyo con el fujimorismo desde su fundación en 1989. Sucesos en el VRAEM en el sur con la muerte de policías y militares heridos, la quema de la Municipalidad de Olmos en Lambayeque, hacen pensar en la reconfiguración de un panorama pre electoral en octubre donde se erigirán nuevas autoridades regionales y municipales, pues tornan conflictivo el panorama de autoridades regionales en las zonas mencionadas. Es bueno recordar que son los gobiernos regionales y sus comunidades adherentes quienes  han sostenido la estructura orgánica del partido Fuerza Popular, base del fujimorismo.

Unir piezas, atar cabos, tarea necesaria para comprender desde la complejidad del presente la presencia del fujimorismo en el panorama político peruano.

Este análisis brota desde la derrota y la debacle, una derrota contundente y certera, absoluta y demoledora, una debacle intergeneracional, que ha conectado a las fuerzas progresistas del país que mantuvieron como soporte ideológico durante buena parte del siglo pasado el mito mesiánico de la espera de un paraíso en la tierra, a un ánimo permanente de desesperanza. Cuan poco tenía que ver esto con el marxismo, con el materialismo histórico y filosófico y por supuesto, con la ciencia.

El proyecto de fuerzas progresistas en el Perú aparentemente aplicables a nuestra realidad, malamente entresacadas de los análisis de pensadores como José Carlos Mariátegui se sostuvo en la herencia de las fábulas y mitos para llevar a cabo la soñada transformación o revolución como se la denominó. La izquierda peruana, de trayectoria conflictiva, contradictoria, caminó de la insurrección a posturas conciliadoras de raigambre lascasiana[1] de cuño social demócrata y parlamentaria, pretendiendo desde esa posición incoherente con sus propuestas iniciales, luchar por la justa reivindicación de esas capas pobres y postergadas por siglos en un país donde el campesinado migró a la ciudad capital pero no terminó de cuaja en un proletariado real. 

En consecuencia, una izquierda confusa y errática que mantuvo el ethos germinado en los claustros de sus convictorios en lo ideológico y que como timón de participación y movilización, no es posible negar, logró una importante desenvolvimiento popular con mayor nitidez entre las décadas de los 60 a 80 del siglo XX y creyó haber logrado abrir puertas a lo que parecía ser un camino hacia la anhelaba transformación social, pero colisionó con circunstancias que a fines de esa década marcaron su paulatino desmoronamiento.

La izquierda social demócrata se derrumbó. Hoy hemos dado vuelta a la página y la historia real del siglo XXI en Perú recién empieza. Sobre sus cenizas irrumpe el fujimorismo actual como consecuencia abrupta y retorcida de lo que pudo haber sido diferente.

El despojamiento de ese favor popular a la izquierda peruana es coyuntural y complementario al ascenso del fujimorismo, son parte unívoca del mismo efecto de boomerang. Explicarnos como sucedió aquello es la razón de este ensayo.

Vale mencionar que para ubicarme en un suelo turbulento, no pretendo un estudio con citas y referencias bibliográficas, estoy tratando de poner los pies en tierra y adelanto ideas que pueden ser polémicas, discutibles, cuestionables quizás, pero parten de la vivencia de medio siglo y de una proyección personal basada en la experiencia de haber sido testigo generacional de esos cambios desde aproximadamente 1970 cuando tenía 5 años. 

Importante es mencionar dos hechos trascendentales para explicar una circunstancia política y afirmar un juicio actual sobre el fujimorismo: Los frentes externo e interno. Ubiquémonos en el primero,  en la actual era Trump, presidencia y administración actual de los Estados Unidos de Norte América y su retorno a una América antes de la “contaminación” de inmigrantes en un país hecho precisamente del sueño americano dejando tierras lejanas. Su apoyo a construir un muro que divida la frontera de USA con México en plena era de la caída de fronteras, en la era de la globalización. Su decisión de apartarse del apoyo al Grupo de París que aboga por evitar los desastres del cambio climático, su alianza estrechísima con Israel, su reciente abandono del acuerdo nuclear con Irán pateando el tablero y dejando en el marasmo a países como Alemania y Francia, la imposición del abuso en relación a la situación de migrantes de procedencia árabe y latinoamericana, su deseo de una cumbre con el líder nor coreano Kim Jong - Un que se concretó hace apenas unos días queriendo emular la cita cumbre de 1972 entre Nixon y Mao, del cual algunos medios hacen eco, sin el menor empacho de la candidatura de ambos al premio Nobel de la paz. Su apuesta política por el retorno a una especie de nacionalismo económico y a la subida del petróleo; es decir a un retorno a aspectos de la economía de Bienestar y la Guerra Fría al contexto de percances por contaminación relacionada a los hidrocarburos e inflación global por la subida del petróleo.


 A pocas semanas de descubrirse la violación de la privacidad por parte de una empresa contratada por Facebook de las cuentas privadas de usuarios, unos 50 millones de perfiles que fueron a parar a manos de los responsables estratégicos de la campaña de Donald Trump en las que se han visto involucrados el servicio de Inteligencia ruso, nos muestra la forma en que se maneja y conduce la información canalizada en las redes sociales; sucesos dentro de la continuidad de hechos cotidianos en la poco convencional dirección política del magnate en la presidencia del país económicamente mas poderoso del orbe.

Un mundo marcado por la post verdad.








Ya en Perú y en un contexto reciente: La noticia propalada en la nochebuena de 2017 sobre el  indulto humanitario dado por el ahora ex presidente peruano Pedro Pablo Kuscynzki  al también ex presidente Alberto Fujimori, marcó una pauta que condujo a la vacancia del primero. Ello fue posible por la articulación homogénea y férrea de la maquinaria congresal de Fuerza Popular, el partido mascarón del fujmorismo dirigido por su lideresa keiko Fujimori. Su estrategia de guerra de operadores políticos en el Congreso había logrado su objetivo.

Ahora, propongamos un paralelo que relacione el contexto internacional con dos hechos específicos en nuestro país donde los frentes interno y externo se entrelazan: En los inicios de la década del 30 del siglo pasado con la dictadura de Sánchez Cerro y el portentoso ascenso del nazismo en Alemania y el fascismo en Italia, surgía con fuerza el accionar del APRA éste partido fue perseguido por aquella dictadura. Recordemos que Sánchez Cerro afianzo su poder y sus expectativas en base a un partido de clara posición fascista como fue Unión Revolucionaria.


















Segundo momento: En 1990 Cambio 90, el movimiento independiente político lleva a la presidencia de Perú a un independiente Alberto Fujimori cuya figura surge como rechazo a los partidos tradicionales. A nivel internacional se da el desplome del Muro de Berlín y fin de las ideologías de los grandes partidos y su control burocrático, el fin de la URSS y de la Guerra Fría.

Cabe la pregunta ¿En qué momento surge realmente el fujimorismo? Si nos colocamos en 1990 y damos un salto de 20 años llegamos a 2010 y el fujimorismo reconoce la necesidad de constituir y asentar un partido que sostenga la experiencia de gobierno de su primer y segundo gobierno. Pero aquella decisión es contradictorio en la medida en que los vientos que soplan aparentemente no son propicios para afianzar bases, no en vientres de alquiler o membretes descartables sino, en un real cometido partidario; la prueba palpable es la debacle militante en el APRA y la miseria de la Izquierda ya mencionada. Pero vayamos a los antecedentes del fujimorismo para tratar de explicar su presencia actual como partido.



La Historia, un peligroso Cóctel



El fujimorismo surge como idea alternativa a la forma en que la partidocracia limeña establecía el juego de sucesión democrática. Si debemos reconocer que el caudillismo ha sido una tendencia en la que los cuartelazos prácticamente fueron la norma recurrente desde que la república se instauró, el fujimorismo, desde la irrupción en 1990 del “humilde ingeniero” hijo de migrantes japoneses montado en un tractor, fue construyendo la imagen del outsider en el arraigo popular que trajo consigo.

Fujimori  adhirió a su imagen el soporte de un movimiento anti establishment con  Cambio 90. Su engarce y sintonía con un país que buscaba una figura que rompiera el molde, se da porque luego del segundo gobierno de Belaunde Terry, ya el país en la circunstancia de una población migrante que aumentaba  en la capital y poblaba la periferia (acompañada de miseria y supervivencia tanto en el gobierno acciopopulista como en el aprista posterior), iba a propiciar el cambio principalmente en la forma de encarar los liderazgos populares. El fujimorismo recogió la experiencia en los barrios y dirigencias que muchos de sus futuros militantes como Martha Moyano, (hermana de la asesinada dirigente María Elena Moyano de Villa El Salvador), provenían del PUM partido de Javier Diez Canseco, uno de los puntales de la izquierda peruana. Allí habían aprendido lo que era un trabajo de militancia.

Las migraciones por oleadas a Lima provenientes de sectores y zonas andinas preponderantemente, se intensifican por otro aspecto importantísimo al hablar de migración: la lucha armada que llevan a cabo el PCP SL y el MRTA contra el Estado peruano a partir de 1980 y donde la zona de Ayacucho y sierra sur son el territorio gravitante de este conflicto. El golpe del 5 de abril de 1992[2] con el cierre del Congreso coadyuvó a una estrategia que al lograr la derrota del PCP SL sería la justificación para limpiar el terreno  hacia cambios estructurales, de una economía de planificación estatista que venía de la época de las dictaduras militares a una economía liberal de mercado. Pero para ello tuvieron que tomarse medidas, la desarticulación de las dirigencias sindicales[3] así como la re configuración del sistema financiero que tuvo en la presencia del Banco de Crédito del Perú de la mano del empresario Dionisio Romero un actor principal.

Estas reseñas nos sirven para dar el marco en el cual el fujimorismo entraría a tallar como una fuerza arrolladora que haciendo uso de un populismo basado en mensajes simples y concretos, la adhesión de una prensa ramplona de líbelo, difamación y pasquín,  logró dejar el terreno listo en lo económico y en el marco laboral y legal para los cambios subsiguientes que se sucedieron luego de la caída del  fujimorismo con los hechos delictivos ocurridos en 1999, con la asunción de urgencia constitucional de Valentín Paniagua, y el proceso histórico que siguió el país con Toledo, García,  Humala y el breve paso de PPK en el corto período 2016 a 2018. Período en que los cambios en la normativa laboral y giro de timón en lo económico nos dirigieron hacia el contexto que hoy vivimos.

 

Culto al mercado liberal



La transición a una economía de mercado se da inicialmente en el contexto de pacificación luego de 1992. En ello encontramos ciertas similitudes con el proceso económico que afrontó Chile luego de la caída de Allende y el ascenso de Augusto Pinochet en 1973.  Las determinaciones políticas de derecha se dieron como consecuencia de limpiar el terreno e imponer acciones y decisiones autoritarias. Entre las primeras medidas del gobierno fujimorista se encuentra el pago de las fuertes deudas que Perú tuvo que asumir con el FMI y en  préstamos que brindó el BM para un necesario reflote.

Adelantémonos en el tiempo, podemos trazar un arco que va de 2001 ya con el gobierno de Alejandro Toledo hasta 2010 con Alan García en su segundo gobierno, el ordenamiento fiscal, la bonanza y el fin del alza de precios de los commodities[4]. La generación que recién surgía y que no fueron conscientes de la situación del país en años anteriores, vería al país tratando de identificarse con nociones como exitoso, emprendedor o Marca Perú, y validaría una forma de capitalismo popular surgido en el caldo de cultivo mencionado.

Paralelo a ello y por esos años, irrumpe una cultura que afianza la que ya había surgido de forma tímida y limitada en los 70 y 80, cambiando las normas, el paradigma socializante y dirigiéndose hacia el riesgo, la personalización, la competencia y la idea del éxito y prosperidad. En la educación se da el paso de lecturas de corte clasista y movilizadores a textos de autoayuda financiera cuyos lenguajes y actos de entusiasmo y fe propician el cambio de referentes ideológicos hacia un individualismo  a ultranza. El ámbito de “estudio” no es ya el espacio académico per se, sino el libelo al paso, el libro multicopiado vendido en el suelo y la seriación fotocopiada; y es que la idea del mercado liberal en sí combate y critica la inoperancia material y concreta del ámbito académico.

La educación da un vuelco desde el mismo hecho de la liberalización de Institutos tecnológicos y pedagógicos que el gobierno de Alberto Fujimori propicia, determinando que se aperturen centros de estudio como quien traía productos en compra venta por la frontera. El valor del riesgo y los valores de confrontación se los relaciona con el migrante pundonoroso que lucha contra la adversidad. Una especie de self made man versión peruana. Tendríamos que concluir aquí con otro factor importante. El sesgo religioso en el crecimiento de las iglesias evangélicas y en los valores del apaciguamiento de las culpas por el hecho de ganar dinero. La ética de la prosperidad económica y el empuje empresarial ante todo, se abre paso.

Volvamos ahora a la parte política y enfoquemos el devenir de la izquierda, caldo de cultivo para el posterior asentamiento del populismo de derecha que dio alas al fujimorismo.



El Polvo de la derrota: De progres a caviares




Ubiquémonos ahora en el periodo del auto denominado Gobierno peruano de las Fuerzas Armadas a fines de los sesenta y comienzo de los setenta. La izquierda peruana tuvo una participación decidida en la organización y desenvolvimiento de organismos generados que se propiciaron con el gobierno militar de Velasco Alvarado (1968 – 1975) buscando cohesionar ideológicamente a sectores de trabajadores y campesinos en lo que se denominó democracia social de participación plena. Algunos de ellos sin embargo tuvieron presencia desde el gobierno de Prado, sirvieron de base a la implementación de obras y construcción que llevo a cabo el ochenio de Odría, ello teniendo como fondo el Plan Marshall y la política de ayuda económica del gobierno norteamericano de  Harry Truman en el inicio de la Guerra Fría, tratando de quitar arraigo a la influencia que se comenzaba a ver en América Latina del triunfo de la Revolución china de Mao, el fracaso de la guerra de Corea y los primeros aires de lo que luego consolidaría la Revolución cubana. 

La Reforma Agraria que llevó a cabo el partido Movimiento Nacionalista Revolucionario MNR en Bolivia en 1952 significo un paso desde el  Estado para canalizar un resultado ya predecible en la decadencia del latifundismo, más allá de significar una genuina reivindicación del campesinado lo que se buscaba era canalizar la apropiación de tierras en los mencionados organismos generados. Otra forma de control. En el Perú, luego del Golpe militar de Juan Velasco Alvarado se puso en marcha la apropiación de tierras en 1970 y el proceso a las Sociedades Agrarias de Interés social SAIS y Cooperativas Agrarias de Producción CAPs.










Sirva este marco previo  para apuntalar que fue un sector ideológico de izquierda quienes articularon y proyectaron ideas y conocimientos a este proceso de cambios. Algunos de sus representantes como Carlos Delgado Olivera, que provenía del ala escindida del APRA,  o cuadros provenientes de la social democracia, fueron quienes asesoraron la puesta en marcha de esta y otras reformas como la educativa. A través de SINAMOS se planteó una movilización social que coadyuvara a un cambio de esquema hacia ideas de corte socialista con pretensiones nacionalistas y de fuerte presencia determinativa de Estado y su aparataje.

Es preciso reiterar que desde 1990 el proceso de transformación económica y cultural puede rastrearse, (marcando un importante bloque de tiempo que habría que relacionar), desde el golpe militar del General Juan Velasco Alvarado en 1968. A fines de la década del sesenta los organismos generados o de base que surgieron como aparatos de propaganda y difusión para el gobierno militar, fueron diseñados por intelectuales, sociólogos que luego conformarían esa experiencia logística y de aplicación social en un aparato de movilización social denominado SINAMOS. Varios intelectuales que tuvieron participación en el gobierno de Velasco reaparecerían sintonizando con el fujimorismo, caso de Martha Hildebrandt, Pablo Macera, o mas recientemente Hugo Neira[5].









Luego de Velasco, la posterior crisis de su gobierno, y su salida abrupta vino la segunda fase militar con Francisco Morales Bermúdez. Los diversos grupos y facciones  de izquierda junto a gremios fuertes en aquella época como la CGTP y la CTP movilizaron a huelgas contundentes. Ante ello la denominada II Fase en 1977 convoca a Elecciones para la Asamblea Constituyente y a la instalación del Parlamento. En torno a ella se agruparon los diferentes grupos de izquierda, sin embargo, aquello trajo mas fricciones y diferencias desde la concepción de que optar por la legalidad política era traicionar el hecho de que la conquista del poder clasista no se conseguía por vía pacífica. Aquello era deslealtad pura con los principios ideológicos, desde las vertientes pro soviéticos afincados en el marxismo leninismo y su compresión del imperialismo y también desde la óptica del camino de Pekín con el maoísmo. En 1980 visto el descenso de la aprobación electoral por su divisionismo, los sectores diversos de izquierda emprenden la unificación y se crea en ese año Izquierda Unida (IU) sin embargo, ya Acción Popular había encaramado a Fernando Belaunde Terry en su segundo gobierno y el APRA lograba ser la segunda fuerza política mas importante.

La opción mas cercana y la que en realidad fue la performance electoral mas relevante de la izquierda peruana fue en 1983 con Barrantes Lingán, aquel año el modesto abogado cajamarquino había ganado la  alcaldía de la municipalidad de Lima y su agrupación en cuatro distritos de Lima. En 1985 disputaría  con un joven Alan García la presidencia, luego, el primero renunciara a la segunda vuelta en las elecciones y deja el camino libre al primer gobierno aprista.









Nunca más la izquierda tendría la oportunidad de llegar al poder porque mas allá de que pueda medirse  el logro de ese objetivo mediante adhesión por vías electorales estaba la movilización de masas y aquello se había perdido, el país se había transformado y no estaba ya en el cometido de sus expectativas seguir el rumbo de un sector político que no fue capaz de ser una plataforma viable para la complejidad de los cambios ocurridos, esto se vería con creces la década siguiente. Sin embargo sus programas de asistencia social y algunos organismos que perduraron sobre todo en la administración edil de Barrantes Lingán quedaron allí y otros los aprovecharían.

En 1987, luego de que la decisión del gobierno aprista de estatizar la banca y destinar el 8% del PBI al pago de la deuda externa propició el surgimiento del Movimiento Libertad[6] de clara tendencia de derecha y quizás la primera manifestación de tendencia liberal de corte contemporáneo.  Libertad a sugerencia de  Fernando Belaunde Terry y de Luis Bedoya Reyes, líderes de los partidos Acción popular y el Partido Popular Cristiano respectivamente, brindaron el soporte al FREDEMO y tuvo como candidato a Mario Vargas Llosa. La izquierda y el APRA buscaron cerrar el paso a su candidatura y cuando las encuestas empezaron a levantar a un desconocido ingeniero cuyo spot televisivo lo mostraba subido a un tractor, le apoyaron decididamente[7] Se auparon oportunamente a la campaña del ingeniero Fujimori. 

Destaquemos pues que en la creación del fenómeno fujimorista la izquierda jugó un rol importante sin prever lo que se estaba gestando y lo conllevaría el enorme arraigo popular que conseguiría luego de su triunfo en 1990. En diciembre de 1989 se había dado la Marcha por la Paz que reagrupó a la izquierda en un decidido frente con la  insurgencia del PCP SL que había llegado con sus acciones decididamente en la capital. Su posterior apoyo a la táctica político militar de brindar armamento y logística a las rondas campesinas fue otro hecho en el que la izquierda estuvo de la mano con las decisiones de Inteligencia del gobierno de Fujimori, de la mano con el Estado que alguna vez juraron derrumbar.

Es en este período histórico de la década de los 90 donde se vería declinar la presencia orgánica que tuvieron los grupos y partidos de izquierda; vendrían las medidas de saneamiento de la economía hacia una lógica de mercado y el paulatino pago de la deuda externa así como la privatización de empresas estatales que fueron rematadas. En lo político, luego de la derrota de los grupos alzados en armas, la estigmatización de ideas marxistas y socialistas, la ocupación de las universidades por contingentes militares harían su parte para alejar a la izquierda peruana del favor estudiantil. La dirección y táctica que tuvo en programas de asistencia social el fujimorismo fueron también eje en esa campaña. 

En 1993 se redactó la Constitución que aun nos rige hasta hoy y se instaló la unicameralidad en el Congreso Constituyente Democrático que asentó las bases autocráticas y dictatoriales del gobierno fujimorista y sus secuaces congresistas teledirigidos por el asesor presidencial Vladimiro Montesinos logrando la reelección con amplísima votación popular en 1995.

Lo que vino luego de la dictadura entre 1999 y 2000 y de su estrepitosa caída con la renuncia por fax de Fujimori desde Tokio y la captura del poderoso asesor Montesinos, había conllevado a la unificación de diversos frentes de grupos civiles y de clara simpatía de izquierda en la llamada marcha de los 4 suyos, enmarcada en el apoyo a Alejandro Toledo y a la instalación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación cuya presentación de su informe final en 2003 tuvo como lema “Para que no se repita”.

 Es oportuno detenernos en la conformación de este grupo de investigación, los comisionados, militantes de izquierda la mayoría de ellos desde aproximadamente tres décadas atrás, establecieron bajo una metodología (que no permitió la participación de todos los actores implicados en el denominado conflicto armado interno) su propósito de difundir las conclusiones, en la que responsabilizaba a las fuerzas insurgentes y a las Fuerza Armadas como responsables de la destrucción y genocidio de comunidades civiles a nivel  de espacios de discusión e información histórica de aquel sangriento período en niveles educativos como universidades y el currículo de Educación Básica, pero ello  no rindió el fruto esperado.

En una sostenida guerra ideológica corrientes de medios de comunicación y académicos afines al fujimorismo han cuestionado reiteradas veces sus resultados emplazando que lo sucedido y sus consecuencias fue parte de una guerra contra subversiva donde la población civil estuvo al medio y en consecuencia hubo daños colaterales. Si bien aquello no logra justificar las desapariciones, entierros clandestinos, violaciones y masacres que con premeditación llevaron a cabo fuerzas militares y para militares, la CVR es un documento político que empodera la idea de que la izquierda peruana (que si bien es cierto sufrió la matanza de muchos de sus dirigentes por atentados del PCP SL) no tuvo en momentos claves apoyo a determinaciones que tomó el Estado en su lucha contra subversiva.









Por ultimo, en este análisis sobre la izquierda peruana y su relación de palanca con relación al ascenso del fujimorismo en el país, es necesario mencionar el rol del Antikeikismo básicamente desde 2011 cuando cuaja la idea de Keiko Fujimori de formar un partido y oponen un frente a sus aspiraciones electorales. 
Este movimiento ha agrupado a colectivos de organizaciones de derechos humanos, estudiantes y colectivos progresistas a base de reflexión acerca del pasado reciente de la historia plagada de corrupción, crímenes y cretinismo en la escena política relacionada con la mafia fujimorista. Ha movilizado jóvenes provenientes principalmente de clase media y de universidades que enarbolan como consigna cerrarle paso a repetir la dictadura. 

Se trató en simples líneas de cerrarle el paso a Keiko Fujimori quien tiene una presencia decidida desde que en 2006 logró ser la congresista con mayor número de votación en las urnas. Han apoyado en el 2011 el objetivo presidencial de Ollanta Humala y el Partido Nacionalista[8] y en el 2016 de Pedro Pablo Kuszcinsky.

Podemos concluir esta semblanza de la izquierda resaltando su perdida de rumbo, su falta de liderazgo político para confluir en objetivos unitarios, la carencia de adhesión popular, la incapacidad de gestar movilizaciones de antaño, las implicaciones del fujimorismo quien tiende a relacionar todo accionar de izquierda como “terrorista”[9] relacionándola incluso con sectores como MOVADEF[10] y aprovechando la salida de condenados por terrorismo como cuña para juntar en su solo saco ante una población inerme y sin bases de análisis ante lo ocurrido en la historia del país en las últimas décadas del siglo pasado. 
Todo ello no es gratuito, forma parte desde el fujimorismo, de una estrategia bien pensada donde la debacle de la izquierda, la pérdida de consistencia en sectores que tuvieron influencia sobre masas y pudieron marcar su rumbo, hoy son solo la pieza que justifica el ascenso del partido fujimorista Fuerza Popular, su acoplamiento hacia el poder de cara al bicentenario de la república en el 2021[11].

 


La recomposición de las fuerzas marginales



Mencionemos que hechos como el Baguazo del 2009 un levantamiento popular nativo en defensa de su territorio frente a la explotación de petróleo con peligro para el medio ambiente que termino en muertes de policías y población y el rechazo de la explotación de la mina de oro Conga en Cajamarca supuso la aparición de líderes como Alberto Pizango y Gregorio santos respectivamente, pero en ello la desarticulación con bases políticas de grupos de izquierda como Frente Amplio no han permitido una alianza que opte decididamente por una movilización que haga eco en la capital. Puede decirse lo mismo de la huelga de maestros multitudinaria que se llevo a cabo como marcha de diversos sectores del SUTE CONARE a la capital y que tuvo éxito como movilización y colocación en la mesa de planteamiento poniendo en jaque a la ministra de Educación Marilú Martens a mediados de 2017. 

Estos hechos colocan en expectativa voces y presencias del interior del país, fuertes a nivel de sus regiones pero sin arraigo sostenido en Lima. Como hechos sectoriales reivindicativos se relacionan con acciones y agendas similares a movimientos de Bolivia y Ecuador que si han llegado a participar del poder en casos como los del dirigente Evo Morales y  Rafael Correa pero con un sesgo de mayor autonomía popular. Si a ellos mencionamos a Antauro Humala quien dirigió la asonada a Andahuaylas en enero de 2005 que aun purga prisión pero cuya expectativa esta siendo alentada por algunos medios de comunicación[12], estaremos mencionando a líderes que podrían tener expectativas hacia el futuro. 

Depende en mucho del clima pre electoral tomando en cuenta el rumbo económico y los destinos de personajes sumidos en los miasmas de la corrupción y sus laberínticos destinos con una justicia penetrada por intereses de poder. Un panorama bastante confuso y donde los llamados outsiders pueden dar sorpresas. Un territorio donde todo puede suceder.

Vayamos ahora a un enfoque de un sector decisivo a la hora de pensar en tomar y mantener el poder.


 



El rol de los monopolios de Comunicación




No cabe duda de que los medios y determinados periodistas llamados “líderes” de opinión han aprendido a ser fujimoristas y no morir en el intento. Este “logro” nos remite a un precedente referencial: El pacto de la prensa y canales de televisión con el fujimorismo con especial énfasis luego del 5 de abril de 1992. Sería llover sobre mojado mencionar la participación clave como asesor que realizó el capitán del ejército, abogado y funcionario de Inteligencia Vladimiro Montesinos. Entre 1991 y el año siguiente recuerdo que la revista Oiga de Paco Igartua le seguía los pasos en la sombra a este personaje en una investigación continua desde sus oscuros días como espía al servicio de la CIA, en los años 70 de la dictadura militar y su aparición como abogado de Alberto Fujimori. 
Es reconocida la función que cumplió en los preparativos del golpe del 5 de abril para lo cual contó con la aceptación y riesgo del presidente de la República con el cual se acuarteló en el Pentagonito en meses previos preparándole para la única salida que acabaría con los insurgentes que habían acrecentado su presencia en la Capital.

Vladimiro Montesinos Torres negoció luego directamente con canales de TV como América Televisión con la familia Crousillat,  y canal 5 con Ernesto Shütz Landazuri. Muchos de los personajes de medios periodísticos envueltos en servilismo y compra de líneas de noticias, cesados en tiempos del gobierno toledista volvieron al negocio en tiempos de García como el caso de Álamo Pérez Luna, Nicolás Lucar y Mónica Delta.

El periodismo, televisión y radio desde las columnas de opinión y programas que enfocan una supuesta reflexión y análisis político, se matiza cada cierto tiempo por encuestas[13] que recoge en sondeos el grado de acercamiento y mensura a los cometidos o campañas objetivas de captación, sugestión y propósito de ideas que definen el panorama donde se explaya el negocio de las informaciones. Es el baluarte del poder y se destaca una interpretación del ascenso y afianzamiento en la opinión publica del partido que dirige Keiko Fujimori. 
El monopolio que ejerce El Comercio en este plan es fundamental para ello[14] Hay que tener en cuanta que con astucia y ardid, El Comercio (como emporio de empresas) no refleja una posición definida y trata de llevar el cauce de su opinión editorial a un sesgo ejemplarmente democrático y principista en el plano legal, sin embargo en las opiniones de Martha Meier Miro Quesada hacia algunos años, y en el presente en las bien informadas y con sustento de base análisis de carlos Melendez[15], aunque también es previsible mencionar a entrevistadores como Mariella Balbi y a politólogos (esa especie de aceitadores de la máquina) Diethell Columbus[16], José Carlos Requena, comunicadores como Sandro Venturo y Gustavo Rodriguez[17]a otros como Aldo Mariátegui cuya función de operador político es evidentísimo. Podríamos colocar aquí no precisamente a profesionales de prensa solamente sino a quienes desde su rol de investigación le hacen favores al espíritu autocrático y vertical del fujimorismo, es el caso de la abogada María Cecilia Villegas con su investigación sobre las esterilizaciones forzadas a mujeres del campo[18]

Otro referente a destacar y que cumple con eficacia e inteligencia supina su doble labor religiosa y comunicadora es el Arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani Thorne desde el púlpito y el importante cargo frente a la curia de Roma, así como en su rol de comunicador en los medios y en su programa “Dialogos de fe” de RPP.

Existe un correlato desde la compra venta de los medios de comunicación en el Perú de la década de los noventa, con los diarios chicha y la basura permanente echada a personajes opuestos al fujimorismo. El Grupo El Comercio abarca periódicos, diarios deportivos, radio y redes constituyendo una presencia disuasiva y con introducción e influencia en el quehacer cultural, social y político del país.[19]. Véamos, sólo para trazar una muestra de la tendencia a la quese dirige el peridismo cuando parece cambiar el panorama, lo sucedido con el asunto Kenji Fujimori. 
Un sector de la prensa empezaba a aggiornar el camino al díscolo benjamín del clan, esta necesidad es porque resultaba importante ser viable el juego divisionista al interior de Fuerza Popular y lanzar la figura de Kenji como opción mas tolerantes y de cercanía a vientos progresistas. Debemos tener en cuenta que un gran sector de intelectuales moderados y progresistas escriben en El Comercio, provenientes de las canteras de la PUCP y de la Universidad del Pacífico. En pocas palabras, la casa nunca pierde.

Explicados brevemente los antecedentes del manejo comunicacional en el cerco al poder y como el contexto se encuentra ya maduro para su afianzamiento de cara al 2021, apunto a como se constituyó el partido Fuerza Popular.








La fortaleza de un partido




Los analistas naranjas dividen en tres etapas al fujimorismo. La primera desde la fundación de Cambio 90 con el ascenso de Alberto Fujimori a la presidencia hasta el fin desastroso de su segundo gobierno y su auto exilio en el Japón en el 2000. La segunda vendría a ser de 2001 a 2009, la miseria de verse expuesto al escarnio y sin embargo pese a su debilidad mantenerse en el candelero con participaciones electorales, y la tercera etapa de 2010 hacia adelante con el liderazgo de la hija del patriarca, Keiko Fujimori quien logró construir un partido de las cenizas, aunque esto pueda ser inexacto en realidad.

Lo polémico del caso es que Keiko Fujimori logró aglutinar un partido en una época (y ya los dijimos, su padre representó el sentido antisistema en el modo de hacer política) que no soporta partidos de masas, feligresías, credos ni solidaridad militante.

Fuerza Popular surge tejiendo una red de acuerdos y negociaciones con gobiernos regionales, representantes independientes que a raíz del crecimiento de grupos y representantes independientes, reconocían lo que el gobierno del “chino” había dejado en sus pueblos[20]. 

Esto se fue materializando desde 2011. Sus principales bases de apoyo o espacios donde fue sosteniendo su crecimiento fueron estas conexiones que se fueron estableciendo y que permitieron no sólo dotar de militancia, sino de comprometer capitales particulares e intereses basados en promesas de participación y puestos expectantes.

En las elecciones de ese año Keiko Fujimori ganó en seis departamentos La Libertad, Lambayeque, Tumbes, Piura, (notándose el arraigo que le cedió el APRA vía los partidos independientes y las autoridades regionales) Cajamarca y Junín. No obstante, si bien no ganó en las otras provincias si contó con un gran respaldo popular, esto se pudo observar en departamentos como Tumbes, Piura, Cajamarca, Amazonas, San Martín; ya que contó con más de 30% de  votos válidos. Sin embargo,  no contó con mucho respaldo en los departamentos ubicados en el sur.

El sur siempre le ha sido esquivo, la misma situación ocurrió con PPK en el 2016 y es ahora, con miras al 2021 donde pondrá la puntería. Es así como se da el paso  de los partidos membrete momentáneos de las campañas anteriores a 2006 tanto en elecciones presidenciales como municipales a la constitución de un partido. Keiko Fujimori y su entorno asumen así esa tarea reconociendo que en la carrera hacia la legitimación del poder en un entorno de fragilidad sistemática y de quiebres institucionales como el peruano, la constitución partidaria era necesaria para establecer presencia en un medio donde ni la derecha ni la izquierda habían logrado articularse. 
Si bien es cierto, todo lo que representa el fujimorismo, autoritarismo, pragmatismo en sus relaciones y alianzas, conservadurismo y buenas relaciones con la ortodoxa jefatura eclesiástica, defensa de medidas y organismos populistas y asistencialistas (lo que le ha valido el mote de “cultura taper”) está presente en Fuerza Popular, pero lo cierto es que ha logrado constituir un cuerpo sólido y disciplinado. En una jugada necesaria para la configuración del partido desde sus aliados generacionales, Keiko separó a la vieja guardia albertista, pasaron al retiro Martha Chávez, María Luisa Cuculiza, Alberto Aguinaga, sólo quedó Luz Salgado. En ello la participación en la cúpula de Pier Figari y Ana Hertz de Vega resultan importante a nivel de planificación.

Dos aspectos históricos y guías de la relativamente reciente historia del país me llaman la atención con relación a esta última etapa fujimorista y Fuerza Popular; la primera tiene que ver con la impronta movilizadora del velasquismo a fines de los 60 y comienzos de los 70, la segunda con el apoyo sostenido que en materia de praxis y decisiones políticas ha recibido del APRA. 

En el primer aspecto podemos relacionarlo con la senda movilizadora y de medidas psicosociales que se hicieron patentes en el trabajo de Inteligencia que brindó el ex capitán y abogado Vladimiro Montesinos Torres encumbrando la figura casi mítica de Alberto Fujimori desgajada de la imagen burocrática y señorial de anteriores presidentes, con un marcado sesgo populista y corporativista que guarda relación con la que ideólogos como Carlos Delgado Olivera del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, específicamente desde SINAMOS, fueron construyendo en Velasco.

 Esta semblanza es importante porque fue Juan Velasco Alvarado quien utiliza una versión moderna de la gesta y articulación de organismos de base en la labor de contacto y disposición comunicativa con sectores directrices del régimen. El régimen militar creo su propia estructura de funcionamiento, es por ello[21] su rechazo a los partidos tradicionales a los que acusa de perpetuar mediante burocracia vertical amañada con sectores de poder, políticas de explotación y miseria en el campo y ciudad. Es importante rescatar la conexión populista de dos momentos contrapuestos ideológicamente como fueron el Velasquismo y el Fujimorismo, desde una especie de socialismo nacionalista instaurado en 1968 y 22 años después en 1990 desde un populismo corporativo de derecha que impulsó un liberalismo de mercado que hoy sostiene la economía del país, abierto a la inversión privada.  Poco le duraría al Velasquismo su permanencia en el poder[22] Como Velasco también Alberto Fujimori despreciaba la partidocracia local. Su determinación de cerrar el congreso el 5 de abril de 1992 abona al respecto.

En cuanto a su relación con el APRA quizás sea importante señalar algunas referencias previas a la llegada de Fujimori al poder.

En 1987 en pleno gobierno aprista, siendo rector de la Universidad Nacional Agraria, Alberto Fujimori, impuso la medalla de esa casa de estudios al entonces ministro de Agricultura, Remigio Morales Bermúdez, por méritos desconocidos. La otra es el programa de TV que Fujimori dirigió también en ese año y hasta 1989 el programa Concertando desde Canal 7 un medio del Estado. Pero ya luego como gobierno otro hecho que desconcierta y cuyo relato fue construido por los medios, es la huida de Alan García que estuvo sazonada por versiones dadas por el mismo ex presidente quien apela a una fuga cinematográfica a un exilio que lo llevó a Colombia y luego a Francia de donde no regresaría sino luego de 8 años para volver a postular a la presidencia. García armó una historia truculenta donde tuvo al parecer mas apoyo que peligro.
Ahora, en la constitución de un partido político prima el mito. No bastaba la victimización del líder, había que apoderarse de circunstancias de lucha, apoderarse de una hoja de triunfo en el libro de historia del Perú plagada de derrotas y fracasos. Esta suerte de mitificación viene construyéndose actualmente.

En años mas recientes se viene dando una ofensiva mediática por colocar dos hechos fundamentales en la derrota del PCP SL y del MRTA como sendas páginas de gloria en la historia reciente del Perú: La captura de Abimael Guzmán y su cúpula en setiembre de 1992 y la toma de la embajada de Japón por comandos del ejército que lograron el rescate de casi la totalidad de rehenes y la consiguiente muerte de el destacamento subversivo. A la par que se ha servido de los juicios a los militares implicados en la matanza de emerretistas supuestamente rendidos en abril de 1997 y de los responsables de las matanzas de los penales de El Frontón en el develamiento de un motín de presos del PCP SL para victimizarse, sectores adherentes al fujmorismo desde el partido Fuerza Popular de Keiko Fujimori y otras figuras están afianzando una aureola de heroísmo ejemplar[23] He aquí otros aspecto de la derrota de la izquierda y las fuerzas progresistas que han sido incapaces de gestar un propósito a las conclusiones emitidas por la CVR y del cual los medios de comunicación, parte importante en la presencia de FP como bastión de poder, ha sido y sigue siendo una herramienta más que eficaz.

El fujimorismo nunca perdió crédito y soporte en la estructura de ideas provenientes de sectores que apostaban por una fuerza vertical, autoritaria apoyada en la imagen poderosa que Alberto Fujimori supo construir y que pese a su fuga del país se mantuvo latente. Los sectores más conservadores de la política, del campo legislativo, militar y eclesiástico apostaron con cautela y otras veces de manera más abierta en medios de comunicación afines, a que el fujimorismo era la única fuerza capaz de someter al país. Lo había demostrado ya con su decisión de encarar la terrible crisis económica a fines de los 80 y con la derrota infligida al PCP SL y al MRTA.

Si el fujimorismo logró catapultar a un caudillo surgido desde las antípodas de la política oficial burguesa y tradicional y esto engarzó con la figura de Alberto Fujimori, los dos hechos mencionados suplen de alguna manera el historial de derrotas que los ejércitos de Perú han sufrido permanentemente en su historia. Esta estrategia no es poca cosa, es parte del plan que desde lo simbólico representativo llevan a cabo con el soporte que les ha dado en las elecciones de 2016 una presencia de poder que logrado, desde la mayoría absoluta del Congreso empujaría a la vacancia al ex presidente PPK a fines de 2017 y que regula el accionar presente con Martín Vizcarra como presidente de la República.

Desde ya esto puede ser polémico, no solo es la exigencia de reconocimiento histórico de quienes tuvieron a cargo en el terreno mismo de lucha la erradicación de los insurgente por medios poco lícitos, pero que, según sus responsables,  resultaban válidos en el contexto de una guerra sucia, sino, porque esta reivindicación representa una jugada  que les eximiría de responsabilidad en actuales juicios en diferentes instancias nacionales e internacionales.  El fujimorismo requiere de potenciar su imagen de heroísmo en su relación con las fuerzas armadas, la edificación partidaria lo necesita y la perspectiva es, obviamente, a largo plazo. El autoritarismo en su esencia como manifestación política (y como en diferentes experiencias cercanas al fascismo y corporativismo lo comprueban) requiere de una alianza estrecha con sectores militares y del Ministerio Público.

La praxis del autoritarismo pese a que en determinados momentos tanto Keiko[24] como en la táctica aparentemente divisionista de su hermano Kenji  aparecen guiños de apertura y simpatía por ideas liberales, lo cierto es que desde la derrota de 2016 Keiko y Fuerza Popular enfocan con claridad a su enemigo en el Ejecutivo y el partido da por hecho la instauración de un esquema de guerra en la forma de ver y hacer política. 









La disciplina y el atosigamiento de sus operadores políticos y sus congresistas como operarios de sus planes. El jacobinismo cuasi absoluto en la estrategia de choque del bloque congresal de Fuerza Popular como un ejemplo de ello. El acosamiento a los ministros que, efectivamente caían en sus propias trampas (el caso de las computadoras y su compra fraguada en la caída del ministro de Educación Juan Saavedra, el caso del aeropuerto de Chinchero con Vizcarra, el torpe manejo político en la huelga de los maestros del SUTE CONARE con Martins, el Gabinete Zavala y su apresurado pedido de confianza al Congreso ante el pedido de renuncia de Martins, la denuncia al Fiscal Pablo Sánchez por su interpretación en la participación de Keiko en situaciones de dolo, la vindicta frente a los magistrados del tribunal Constitucional) una seguidilla de acciones políticas que fueron minando a sectores del estado y por ende a Kuczyinski.

Este último tramo en la trayectoria de Fuerza Popular ha dado un vuelco a lo que parecía un debilitamiento a raíz del indulto otorgado por PPK a Alberto Fujimori. Keiko se veía confrontada por la imagen de su padre parcializándose con Kenji por las ideas de ruptura y de oportunidad que clamaba este. No era más que una añagaza en el trámite de afirmar políticamente a Fuerza popular, pero veamos los antecedentes.

Entre discrepancias y fotos oportunas Kenji fue logrando la configuración de un grupo que lo siguió en sus poses rebeldes y se escindió del partido luego de logrado el indulto al patriarca y a raíz del apoyo y agradecimiento político a PPK por la gracia pre navideña y con lo cual se contuvo el pedido de vacancia en el Congreso. Aparentemente fortalecidos y envalentonados por esta alianza, los llamados Avengers de Kenji pasaron de los disfuerzos de comic japonés a los hechos. No se imaginaron que Keiko utilizaría las artimañas del tío Vladi  con los llamados Mamani o Kenji vídeos grabados por el congresista keikista puneño Moisés Mamani desde su reloj de pulsera, donde se aprecia al mismísimo Kenji, a Bienvenido Ramirez y a otro avenger ofreciendo repartijas a quienes se abstuvieran de votar a favor de revocar a PPK. Aquello terminó por enlodar al benjamín de los Fujimori.

Pero la prueba definitiva de la alianza entre hermanos estuvo en la negativa de Kenji de delatar a su hermana por supuestos fondos recibidos de Odebrecht cuando había afirmado indignado horas después de verse implicado en las ofertas mencionadas que develaría a congresistas naranjas implicados, entre ellos a Úrsula Letona. Todo ello fue un ardid, doy por seguro que ya con la sartén por el mango Keiko se encargó de hacerle ver que las pretensiones presidenciales de su torpe hermano podría ser castigada con cárcel al tener pruebas fehacientes que sostienen una acusación constitucional que primero lograría su desafuero, así como de los otros implicados por la compra de votos.

Ese desafuero acaba de ocurrir el día 7 de junio.

Ahora, no parece casual que la elección del cuasi invisible congresista Moisés Mamani como agente de inteligencia que logró, cual súper agente, registrar los videos y audios que condujeron a la vacancia a PPK. Puno puede ser la base de operaciones desde donde keiko está trabajando revertir ese voto duro en la región sur de la sierra que le ha sido esquivo en varias elecciones. Los intereses de presupuestos y obras pueden ser la llave para este plan de cara al 2021, habida cuenta que Puno posee un fuerte capital de comercio y muchos de sus hijos han propiciado crecimiento en zonas como Arequipa, Moquegua o Tacna.

¿Por qué El fujimorismo vuelve a las andadas entre cohecho, negociaciones turbias, videítos y promesas de montañas de favores y dinero? El fujimorismo le debe al trabajo organizado durante estos últimos 8 años, la creación de una plataforma de poder que amparándose bajo una normativa electoral dispar y sujeta a correcciones para lo cual no terminan de ponerse de acuerdo intereses para mantener el status quo, es hoy, como dijimos, la principal fuerza política del país. 73 congresistas de la bancada de su partido Fuerza Popular asumieron una más que abrumadora mayoría en el Congreso y por su estrategia política hemos visto que el objetivo de lograr el alejamiento de PPK y luego esperar momento de golpe en su bastión del Congreso obtiene claros e inobjetables logros.



Analizando y a modo de conclusión


Resulta clave comprender el actual tablero político en Perú, donde  el partido de mayor consistencia y participación Fuerza Popular sufre un supuesto intento divisionista. Ello no ha ocurrido y la jugada de poner en evidencia las intenciones del bloque Kenjista no sólo los expuso públicamente al ridículo, sino reconduce a la oveja descarriada al redil. Maquiavelo decía que el Príncipe debía tener y exhibir un enemigo y si su poder es omnímodo y no existe contrincante debe fabricarse urgentemente uno. Kenji vino a cubrir ese puesto ante la ausencia casi total de oposición. Por el lado de la izquierda con la división pueril de Fuerza Social y la configuración del grupúsculo Nuevo Perú no tienen presencia definida en el panorama, y Kenji[25], que ahora debe morder el polvo de la derrota y asimilarse de rodillas ante Keiko, viene a jugar ese rol.

No existe una prueba mas contundente del copamiento y asentamiento de Fuerza Popular y el neo fujimorismo que representa Keiko y su cúpula partidaria en el presente del Perú que la constatación de que merced a sus viejas artimañas y tretas: la intriga, el pragmatismo, el delito, chantaje y aceitamiento de medios de comunicación serviles, ha madurado un soporte en el cual los sectores de poder en manos de pocos se ven fortalecidos. Todo ello como colofón de una tragedia a la que me refería al principio de este escrito. Se constata así la debacle en la posibilidad de construir un país de justicia y progreso real y democrático.

Si colocamos la historia peruana en un marco del último medio siglo, desde el intento de una Revolución transformadora que intentaron llevar a cabo las Fuerzas Armadas con el golpe del 3 de octubre de 1968; vemos que el proceso histórico del país se ha visto zarandeado por la restauración de otra facción de militares que retrocedió en el proceso de cambio, los hechos consecuentes: el retorno a una democracia ficticia, una guerra civil que desangró las regiones mas pobres, el fujimorismo como forma de asunción no solo carente de referentes ideológicos a la vieja usanza y de constitución partidaria, aquello que representaba el anhelo de ruptura con la partidocracia tradicional que representaron partidos como APRA, Acción Popular o el PPC y que llevó a cabo nos guste o no el proceso hacia una economía de mercado que marca la pauta de un capitalismo globalizador y que también condensa la transformación social, cultural, económica y política que ha sucedido en el país.

No se trata de justificar la ideologización del fujimorismo que al no evidenciar contacto con estructuras y formas de organización convencionales, no deja de expresar un conjunto de ideas que están lejos de ser banalizadas; ello constituye el primer error de sectores académicos y bien pensantes que desestiman y desprecian la movilización y formas de actividad política de este movimiento populista. Habría que comprender profundamente cuales han sido las expectativas reales de ingentes masas empobrecidas que durante décadas llegaron a Lima y empujaron aquello que estudiosos como José María Arguedas en la literatura y la poética del desarraigo, Matos Mar desde el campo sociológico y su aplauso a un capitalismo popular, Fernando Fuenzalida desde la antropología y la agonía de un Estado,  Hernando de Soto y su comprensión de ese otro sendero desde la economía, estos intelectuales y otros  fueron vislumbrando este trasuntar, no solo ya desde la maquinaria fujimorista afín a una lectura política de evidente presencia actual, sino desde esa movilización de masas que pudo tener en los anhelos de una transformación desde dentro y la posibilidad de un liderazgo en una izquierda que no se comprendió asimismo, demasiada apegada a dudas e incertidumbre e incapaz de un ideario que antepusiera intereses procedentes de la pequeña burguesía y apostara por unidad, aquello por lo que José Carlos Mariátegui clamó.

Y eso es lo que le faltó, unidad.

La constitución de partidos en el Perú, aquella de una sólida y poderosa ideología, de estructuras piramidales basadas en la presencia descollante de un líder ha pasado por dos experiencias históricas gravitantes, el APRA bajo la férula de Victor Raúl Haya de la Torre que devino luego en circunstancias de desmembramiento y cambio de eje, que supo del fracaso en su primer gobierno al segundo en la figura de Alan García Pérez. 
La otra presencia está en el PCP SL rama escindida de Patria Roja y Bandera Roja en las purgas y divisiones reiteradas de una izquierda contradictoria y constituyó un partido basado en su base por catedráticos y estudiantes ayacuchanos y que le declaró una guerra total al Estado, el PCP SL. Los dos partidos supieron de persecuciones, cárcel, destierro y martirologio, y saben a ciencia cierta  lo que es batirse desde las casi cenizas.

La tercera visión de esa construcción de partido surge paradójica y contradictoriamente en una época donde toda idea de constituir un cuerpo orgánico es rechazado por la atomización y el descreimiento en principios que no sean individualismo y salvataje personal. Pero ya dimos un marco de nuestra época al principio y quizás haya llegado el fin de una forma de ver y constituir lo político y social. Lo cierto es que el fujimorismo es hoy una real presencia y lo estamos viendo de la mano de una mujer. Un aspecto importantísimo creo en la práctica y devenir de su accionar lo vuelvo a repetir, se lo debe a la experiencia del APRA y su relación estrecha con la configuración táctica de ese partido.

 Considero necesarios realizar y difundir estudios sobre los antecedentes de esta relación donde en la práctica y la supervivencia del aprismo se da no ya desde su presencia orgánica muy venida a menos hoy, sino de la mano de sus aliados naranjas. ¿Sabía o intuía el aprismo aquel lejano 1990 que en los vientos de cambio que soplaban en el mundo su estructura militante se cuasi desintegraría y sería un líder carismático enarbolando banderas de anti partidismo y negación de doctrinas ideológicas quien llevaría el rumbo político del país a futuro?

Que sirva este punto de reflexión donde no he pretendido llegar a posiciones incontrovertibles, sino propiciar discusión y respuesta hacia un debate necesario donde se aporte a comprender que es el fujimorismo como fenómeno, más allá de la carga emocional que significa verlos en escena, para poner sobre la mesa la táctica de su accionar de cara al futuro.



 



Colofón


¿Qué hacer con el Fujimorismo? O lo que es lo mismo ¿cómo enfrentar esta realidad? En primer lugar comprendiéndola a fondo, y esto implica realmente reconocer que históricamente nuestros pasos nos han dirigido hacia esta situación en Perú. Nos han conducido inevitablemente a este contexto. Ejercer una comprensión que nos lleve a una certidumbre podría darnos elementos con los cuales vislumbrar aquellos aspectos que rodean una forma determinada y particular de ejercer la política en un contexto plagado de incertidumbre, corrupción generalizada, movilización ilegal de capitales, relación con el negocio del narcotráfico y un punto clave que afina su accionar: el manejo y control de los medios de comunicación. 

A semejanza del nazismo y el fascismo, las preguntas de marras se plantearon solo cuando las organizaciones políticas que les representaban estaban ya enquistadas en el poder, luego de un paciente tejido con los sectores mas conservadores de los países donde estos fenómenos cundieron, ¿cuando? ¿Cómo? ¿Por qué? Y luego ¿hasta cuando?

Analizar y opinar sobre el fujimorismo no significa en absoluto, necesariamente, pactar con ellos. Sin embargo soy consciente de los riesgos y tentación por identificarse con un populismo que como las experiencias históricas mencionadas, así como el peronismo en Argentina surgidas desde las entrañas de un populismo fervoroso y lejano de un real proceso de transformación, es una suerte de poderoso imán.

El empoderamiento fujimorista de 2005 hacia adelante ha sido consecuente y alentador de los cambios dados en el Perú en los planos económico y socio cultural estos últimos años; allí tenemos a Marca Perú, del llamado boom de la gastronomía con Gastón Acurio al pensamiento del éxito empresarial con la familia Añaños y el empuje del Cholo power con el estudio Arellano, hasta llegar a la clasificación en el fútbol al Mundial Rusia 2018, resulta obvio que no necesariamente estas formas de constituir emprendimiento y logro se identifican y alinean con el fujimorismo, pero les son consustanciales en la medida de que la real opción política que las representa mantiene una visión de mercado que ha dirigido el proceso directriz y legislativo hacia el panorama que ahora constatamos en el presente. Es la representación que encaja en este proceso paulatino de desmovilización social y el escepticismo a ultranza, el pánico, la anomia y el descreimiento en la forja y la decisión de una real transformación social.

Por ello, termino con las palabras con las cuales empecé este artículo de análisis, a manera de reiterar el círculo vicioso  en el cual estamos insertos desde la constitución de la república. No hemos salido de el y allí radica el eje por donde transitan estos pensamientos: Este análisis del fujimorismo brota desde la derrota, una derrota contundente y certera que se dirige principalmente a las fuerzas progresistas del país.

A las fuerza reales y de las otras.



Lima, junio de 2018

 

 

 

 

 

 












[1] Por Bartolomé de Las Casas (1484? – 1566) Encomendero español y luego fraile dominico defensor de indígenas, fue nombrado “Protector universal de los indios de las Indias” hispánicas
[2] Un partido político necesita de un parto de aguas que afiance su derrotero con su militancia y pueda crear presencia en las multitudes. No basta la llegada al poder y la alternancia democrática. Un movimiento como el aprista que acompañe una serie de transformaciones sociales, políticas, culturales y económicas requiere de un putsch, podemos ver en este partido al caso de los mártires de Chan Chan en Trujillo. Eso representó para el fujimorismo el golpe del 5 de febrero de 1992.
[3] El asesinato en 1992 del dirigente de la CGTP Pedro Huillca a manos de para militares que se camuflaron bajo el disfraz de un ajuste de cuentas senderista, fue el detonante mayor en el amedrentamiento de bases sindicales y presagiaba ese nuevo contexto de la economía liberal.
[4] Precios de productos en materia prima en alza como plata, cobre, oro y otros como azúcar en alza e 2003 a 2008..
[5] Aunque me he propuesto no colocar reseñas en este artículo, no puedo evitar referirme a la consecuencia de un intelectual como Hugo Neira, quien desde su recorrido de estudios sobre el Estado ha simpatizado con el régimen de Velasco Alvarado, Alan García, de quien es gran amigo hasta llegar a su adhesión a Keiko Fujimori y la construcción de su partido. Como figura emblemática del nexo que pretendo mostrar entre APRA y fujimorismo va este link http://utero.pe/2018/01/02/el-intelectual-hugo-neira-es-mas-naranja-que-charmander-y-aqui-lo-demostramos/
[6] El Movimiento Libertad que tuvo entre sus militantes a personajes como Miguel Cruchaga, Juan Inchaustegui, Enrique Ghersi, Rafael Rey, fue liderado por Mario Vargas Llosa y fue el referente que propició el frente que agrupó a Acción Popular y el Partido Popular cristiano para las elecciones de 1990 y que tuvo como candidato al célebre escritor. Los comicios municipales previos habían ya mostrado un descenso notable de los partidos tradicionales. El año anterior había ganado la alcaldía de Lima Ricardo Belmont Casinelli, un empresario y comunicador independiente.
[7] ¿Estuvo el APRA desde antes tramando la preparación de este ascenso? No tenemos aun una investigación precisa sobre ello. Este es otro de los motivos de inquietud que me animan a plantear preguntas. Más aun si vemos la continua alianza y apoyo que se han brindado desde el parlamento ambos movimientos, sobre todo desde la caída estrepitosa del APRA en elecciones de los últimos años.
[8] Lo apoyaron pese a que estaba ya en el Poder Judicial la denuncia por matanzas en la zona contra subversiva de Madre Mía en Ayacucho que recaían directamente en el ex militar. El gobierno de Humala se deshizo del apoyo a la izquierda (tuvo adherentes como Verónika Mendoza, luego candidata por el Frente amplio ante PPK) y perdiera el rumbo con promesas incumplidas como el retorno a la Constitución de 1979.
[9] Lo que ha dado por conjugar a verbo el adjetivo “terruco” en “terruquear”
[10] Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales
[11] Pese a ello ¿es posible pensar que algunos sectores que cuentan con base de apoyo regional supongan escollos para la legitimación electoral de Fuerza Popular de cara al 2021?

[12] Cuya táctica puede ser utilizar a algunos antisistema para crear condiciones de soporte o plataforma para el despegue de Kenji Fujmori. Esa es la labor que actualmente viene realizando por ejemplo el periodista Juan Carlos Tafur en el periódico La Exitosa y en artículos sabatinos en el decano.
[13] DATUM de Alfredo Torres y …de Paloma urpi son las encuestadora con las que trabaja el Grupo El Comercio. Muchas veces las bases de investigación y debate no especifican el universo (una gran mayoría de veces se menciona “pobladores de todos los estratos socio económicos. Las encuestas afianzan el perfildeterminado que adopta la empresa periodística en pos de construir, delimitar, homogeneizar criterios y pensamientos. A la larga es la construcción de un referente de poder.
[14] El Comercio ejerce influencia y determinación en diarios como Peru21, en co accionariado con EPENSA (Expreso, Ojo) Gestión, publicación dedicada a la economía, publicaciones de corte masivo popular (El deportivo El Bocón, El Trome) radios como RPP, Capital, canales de TV como América TV, Canal N.
[15] Quien si tiene un planteamiento coherente sobre la reforma de partidos y basamento sobre la estructura partidaria del fujimorismo a nivel nacional.
[16] Columbus se mostró como politólogo desde hace un par de años, en medios como Peru21 y El Comercio. Sus opiniones cuasi afines al fujimorismo keikista iban abriendo camino hacia sus intenciones políticas a futuro: Candidato al sillón de la alcaldía de Lima en 2018, nada menos que representando a Fuerza Popular.
[17] Creativos de Toronja Comunicación Integral, sin ser portavoces fujimoristas, Como Rolando Arellano o Elmer Cuba le hacen guiños a “lo inevitable”. De toronjas a naranjas
[18] Su libro ”La verdad de la mentira” publicado en el 2017 precisa que no fueron 300,000 mujeres esterilizadas como los sectores pro derechos humanos, centros feministas y de la izquierda manifestaron durante años, pero ello no evade su posición de que existieron y aun así avala que el programa se haya mantenido.
[19] Aunque luego del indulto a Alberto Fujimori dado por el ex presidente Kuczyinski en diciembre de 2017 y la presencia más destacada de Kenji Fujimori, El Comercio optará por resaltar su figura y apoyarlo en sus planes de distancia con el rol de FP. Luego de los vídeos del congresista Mamani, esto ha quedado mermado, pero voces de opinión sugieren que determinados medios no abandonaran a Kenji. Aquello supone una alternativa menos autoritaria, pero siempre afines a un Fujimorismo que saben inevitable como referente político hacia el 2021.
[20] No olvidar que Fujimori recorrió una vasta cantidad de comunidades, pueblos y aldeas en costa, sierra y selva del país. Una labor que ningún presidente anterior realizó con esa vehemencia (lo que lo relaciona con la figura de otro presidente como Velasco Alvarado. Ver la referencia más detallada). En ello se mezclan un afán de intervención directa y demagoga con el desprecio hacia los políticos tradicionales y sus cabales representativos y voceros que dilataban el encuentro directo. Levantó colegios, postas y centros de salud principalmente. En el imaginario popular esto quedó y fue recogido por el afán de establecer un partido por parte de su hija Keiko.
[21] Como Carlos Olivera Delgado lo manifiesta en su libro compendio de artículos y entrevistas “Testimonio de Lucha” Ediciones Bibloteca Peruana Editorial Peisa 1973.
[22] Es necesario un estudio pormenorizado de como se gestó la caída del régimen que tuvo en los sucesos de la huelga de la policía, los constantes rumores y el enfrentamiento de la División Blindada con un sector amotinado, saqueos y pánico social ocurridos el 5 de febrero de 1975 uno de sus hechos previos a la sucesión de mando por Francisco Morales Bermudez. Se dice que el APRA tuvo incidencia en la siembra de rumores que empujaron a muchedumbres a las calles.
[23] La historia de las fuerzas armadas del Perú no guarda hecho concretos de victoria en su historial. A su incipiente profesionalismo ya que no existía un ejército profesional se debió la derrota, desastre y ocupación de las fuerzas chilenas en la Guerra del Pacífico. Se trata forzadamente de rescatar hechos donde la abrumadora diferencia de los contrincantes y la situación de rendidos de amotinados (Caso El Frontón) y secuestradores (caso Embajada de Japón) viene siendo parte de un plan de manipulación a partir de su referente a la heroicidad y reforzamiento de la imagen de Alberto Fujimori como el adalid de la lucha contra subversiva) todo ello en función del plan de fondo hacia el 2021 de parte del fujimorismo unificado (Kiko – Kenji esperando resolver sus “diferencias”)
[24] Quizás el ejemplo mas claro estuvo en el discurso que como candidata a la presidencia Keiko Fujimori dio en la Universidad de Harvard y donde tuvo frases elogiosas para la CVR.
[25] Y con Kenji, aquellos analistas políticos como Juan Carlos Tafur o Rosa María Palacios que desde su presencia en prensa y radio empezaban a articular puentes hacia un fujimorismo moderado que diese cabida al oportunismo inveterado de progres e izquierdistas desvalidos y sin cuota de presencia en la factibilidad de poder. Aquello hoy se ve desmoronado pero no totalmente perdido.

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