EN LOS ESTERTORES DE LOS SENTIDOS - TEXTO GUÍA PERFORMANCE: COITO ANDINO / DIS-FRUTA
Realizado en El Galpón espacio escénico, viernes 13 de agosto de 2010
El tercer misterio doloroso es el del júbilo secreto, el carnaval que extrañamente se desata de nudos y estalla con las pulpas sus fragancias. Detenerse a palpar las hendiduras de la carne y el contorno frío de las cáscaras requiere de explosiones, de que los sentidos destruyan todo atisbo de tiempo que como miel se derrame lentamente por los contornos de las frutas. El encantamiento de Dios es su fascinación antes sus frutos en la eternidad que fluye sin pensamiento. Antes de las luces y sombras esta la incertidumbre ante lo vasto e infinito del cosmos en mi dedo introduciéndose por el agujero negro de una papaya. Pero la mujer madre araña se detiene en el centro del campo, en el tronco eje del minutero, lo jala y clava su mirada entre el bien y el mal como serpiente cuya aceitosa escama se desliza por entre el ojo de una calavera y plantea el enigma de la perpetuidad del hueso sobre la carne. El poeta se le acerca con la túnica rasgada
- ¿Tienes hambre de hombres mi amor? Devoratrix que cuelga sobre su cuello racimos de cuerpos humanos hundidos en el tormento del fuego líquido.
- Haz un látigo con ellos y castígame por todas sus culpas Kali, la hechicera mayor, portentosa madre de todas las herrumbres, germinadora de espadas, yerba mala y acertijos.
- El medio es el mensaje, le susurra el poeta al oído y fue así que ella muerde la manzana. El segundero lanza su alarido fantástico y espolvorea con ceniza el cosmos. El azote estalla en la tierra y los cuerpos tornan sus esferas mágicas en hierros portentosos, sangrientos cometas cruzan con relámpagos el firmamento
- Eleva tu sahumerio a lo mas alto, mago, arenga a los guerreros, elévate porque lo que verás en tierra son epifanías en la niebla.
Las piedras sagradas de las montañas delinean el bestial combate y quienes supuran en las cloacas nos muerden los tobillos. La madre medusa abre su único gran ojo y lo observa todo con su gran vestimenta de raíces incrustadas en la tierra salitrosa regada de vísceras y espanto, una espalda se aleja de una pierna que se pierde así misma, una va a Tinta, otra a Surimana, Otra a Acos y la cabeza a España. La chicha hirviendo en la pampa de Kellkata.
¿Dónde estas poeta en los estertores de la muerte – vida? Mensajero de chullo y máscara con el falo erecto como despedida pétrea del visitante en Tiawanaku, monolito fantástico hecho de rocas de volcán.
El poeta dialoga con el curandero que sólo coloca un ramo de olivo del, monte, dolorosa y orégano en la palma de su mano. Trozos de piña cubren como costras lagos helados de las alturas. Todo está momentáneamente quieto, el rostro hierático de la mujer permanece con la mirada fija contrariando al viento que le arroja los cabellos con los arenales del valle de Pachacamac a su espalda, agonizan los cuerpos con sus hijos aferrados a sus fusiles mientras llega la carga de artillería del sur. Astarot, nube de guerra que fabrica enemigos invisibles que se multiplican en cada bocanada de aire mezclado con pólvora. Quedan los cadáveres regados por el suelo, tomo uno y lo abro, sale una mariposa oscura que traza contornos sobre el cielo, como de sus entrañas, quizás ese sabor nos acerque a la utopía que tanto hemos estado buscando, o quizás sean sus¡ entrañas la América primordial que hemos estado buscando. La mujer viste ahora el traje de la guerra. En la infinitud de los mundos multiplica a su madre como esferas de ella misma en su espejo. La mueca de la trágica máscara de la madre repite el postulado de Euclides: “Estas parada en el punto, en el límite mismo de la extensión que se considera sin longitud, latitud ni profundidad, tu eres el punto, el eje de donde todo nace, un sitio sin sitio, el lugar que no existe, el pezón, allí estàs.
Entonces, el mensajero mira una naranja, la esfera perfecta y anhelada, la representación del mundo. Se la entrega a la mujer y todo volverá a empezar.
Realizado en El Galpón espacio escénico, viernes 13 de agosto de 2010
El tercer misterio doloroso es el del júbilo secreto, el carnaval que extrañamente se desata de nudos y estalla con las pulpas sus fragancias. Detenerse a palpar las hendiduras de la carne y el contorno frío de las cáscaras requiere de explosiones, de que los sentidos destruyan todo atisbo de tiempo que como miel se derrame lentamente por los contornos de las frutas. El encantamiento de Dios es su fascinación antes sus frutos en la eternidad que fluye sin pensamiento. Antes de las luces y sombras esta la incertidumbre ante lo vasto e infinito del cosmos en mi dedo introduciéndose por el agujero negro de una papaya. Pero la mujer madre araña se detiene en el centro del campo, en el tronco eje del minutero, lo jala y clava su mirada entre el bien y el mal como serpiente cuya aceitosa escama se desliza por entre el ojo de una calavera y plantea el enigma de la perpetuidad del hueso sobre la carne. El poeta se le acerca con la túnica rasgada
- ¿Tienes hambre de hombres mi amor? Devoratrix que cuelga sobre su cuello racimos de cuerpos humanos hundidos en el tormento del fuego líquido.
- Haz un látigo con ellos y castígame por todas sus culpas Kali, la hechicera mayor, portentosa madre de todas las herrumbres, germinadora de espadas, yerba mala y acertijos.
- El medio es el mensaje, le susurra el poeta al oído y fue así que ella muerde la manzana. El segundero lanza su alarido fantástico y espolvorea con ceniza el cosmos. El azote estalla en la tierra y los cuerpos tornan sus esferas mágicas en hierros portentosos, sangrientos cometas cruzan con relámpagos el firmamento
- Eleva tu sahumerio a lo mas alto, mago, arenga a los guerreros, elévate porque lo que verás en tierra son epifanías en la niebla.
Las piedras sagradas de las montañas delinean el bestial combate y quienes supuran en las cloacas nos muerden los tobillos. La madre medusa abre su único gran ojo y lo observa todo con su gran vestimenta de raíces incrustadas en la tierra salitrosa regada de vísceras y espanto, una espalda se aleja de una pierna que se pierde así misma, una va a Tinta, otra a Surimana, Otra a Acos y la cabeza a España. La chicha hirviendo en la pampa de Kellkata.
¿Dónde estas poeta en los estertores de la muerte – vida? Mensajero de chullo y máscara con el falo erecto como despedida pétrea del visitante en Tiawanaku, monolito fantástico hecho de rocas de volcán.
El poeta dialoga con el curandero que sólo coloca un ramo de olivo del, monte, dolorosa y orégano en la palma de su mano. Trozos de piña cubren como costras lagos helados de las alturas. Todo está momentáneamente quieto, el rostro hierático de la mujer permanece con la mirada fija contrariando al viento que le arroja los cabellos con los arenales del valle de Pachacamac a su espalda, agonizan los cuerpos con sus hijos aferrados a sus fusiles mientras llega la carga de artillería del sur. Astarot, nube de guerra que fabrica enemigos invisibles que se multiplican en cada bocanada de aire mezclado con pólvora. Quedan los cadáveres regados por el suelo, tomo uno y lo abro, sale una mariposa oscura que traza contornos sobre el cielo, como de sus entrañas, quizás ese sabor nos acerque a la utopía que tanto hemos estado buscando, o quizás sean sus¡ entrañas la América primordial que hemos estado buscando. La mujer viste ahora el traje de la guerra. En la infinitud de los mundos multiplica a su madre como esferas de ella misma en su espejo. La mueca de la trágica máscara de la madre repite el postulado de Euclides: “Estas parada en el punto, en el límite mismo de la extensión que se considera sin longitud, latitud ni profundidad, tu eres el punto, el eje de donde todo nace, un sitio sin sitio, el lugar que no existe, el pezón, allí estàs.
Entonces, el mensajero mira una naranja, la esfera perfecta y anhelada, la representación del mundo. Se la entrega a la mujer y todo volverá a empezar.
Comentarios