EL ARTE DE AURORA COLINA: LA FORMA Y EL CONTENIDO

Volví a ver a Aurora Colina el miércoles pasado en lo que ella sabe hacer: teatro. Una mujer en su rol de actriz que cuenta historias y se transforma para contarlas, siendo al mismo, preciso tiempo, ella misma. Lo evidenció al tomar un gato que cruzó el escenario, preguntar por su dueño al público, dejarlo en un lugar seguro y retomar luego el hilo de su historia. ¿En qué estábamos? Ah si…
Es necesario apuntalar el hecho de la precisión, porque al estar en escena y en el recorrido de la fluidez de sus palabras ella desaparecía para evidenciar la presencia de la historia, en este caso el monólogo de Eduardo Gonzales Viaña ¿Estuvo Ud. En san Diego?
Pero no me detendré en el autor peruano residente en USA sino en el teatro político y dialéctico de Bertolt Brecht. Que refrescante es volver siempre al teatro de Brecht, su precisión y claridad, su visibilidad, su eliminación simple y concreta de todo lo innecesario, su precisión al abandonar incluso la ficción si ello es necesario, políticamente necesario, sus toques de humor para evidenciar el gestus social y el distanciamiento.
Brecht en Aurora Colina es escueto y minucioso, el teatro de la era científica debe ser narrado sin sobresaltos ni parafernalias, sin anuncios ni oropeles, tan difíciles a veces de eliminar del escenario para quienes hacemos teatro, todo ello estaba allí, y Aurora, con su cuerpo delgado, frágil, con la verticalidad de su eje, su mirada y su voz neutra con el ajuste necesarios para tocar en el momento indicado, nos mostraba que el ser y el artista son uno solo y que ellos son un vehículo dirigido a lo principal: denunciar la profunda desigualdad social existente en la sociedad humana y las injusticias y los dolores que aquello provoca.
El piso, una silla y su cuerpo cotidianamente vestido eran los materiales suficientes para una actividad que puede ser hecho en cualquier instante y circunstancias y que por ello, pueden convertirse de inmediato, si ello es necesario, en herramientas que son parte vital de una poética que enfatiza en la lucha, en el empuje de la vida e historia de los hombres y mujeres sobre la tierra.
Siempre me ha fascinado la capacidad de concreción, tijera en mano, de algunos artistas, Aurora con sus acciones y movimientos en determinados momentos en el escenario, hacen que Brecht permanezca en el siglo XXI con tan sólo su cuerpo, el piso y una silla. Cuando las formas y recovecos de muchos hacedores de arte contemporáneo creen muerto y enterrado el sentido y la intención, en el momento mas brutal de la reconfiguración del capitalismo en el mundo, cuando en la creación brotan y brotan las figuras del embeleso y lo ampuloso, cuando la fascinación por lo visual nos hace perder la conexión con la palabra y la narración, es preciso tener en cuenta la forma y el contenido, una y otra vez, el vacío y el todo en el arte del actor, todo ello estructurado con justeza, fe y empuje pueden mostrar el nervio preciso, ello es necesario para calar los hechos con precisión. La narración sigue siendo la melodía, el vehículo que hay que articular, la fábula y la manera de contarla, y si! Es difícil la eliminación de lo que se presume valioso pero que, al final de cuentas resulta tan solo estorbo en el camino de la dicción y del énfasis en el señalamiento de lo principal.
Brecht regresa siempre, respira hondamente, sonríe y mira el horizonte a través de una ventana mientras enciende su puro. En el escenario Aurora Colina, actriz peruana con sus 70 años, todo un camino recorrido para señalar con objetividad, y humildad las terribles consecuencias de las injusticias entre los hombres y que es posible, es necesariamente posible poder cambiarlas, en un tiempo en que las formas condicionadas por las transformaciones y dislocaciones de los medios de comunicación propician nuevos y aparentemente nuevos lenguajes, es el hombre al final de cuentas el que puede y debe cambiar en su relación con los otros hombres, y he allí donde el arte cumple su labor.
Nada más.

Lima, 24 de febrero de 2011

Comentarios

HORACIO NÚÑEZ dijo…
Cuando la fascinación por lo visual nos hace perder la conexión con la palabra y la narración... y la realidad, los valores y principios. El arte de la Colina es eminentemente ético y épico. Que bueno su artículo estimado: UD ESTUVO ALLÍ!. Gracias por el envío!.

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